Desde que soy madre temo muchas cosas. Siempre tengo esa cosilla, ese run-run en la cabeza que no me deja estar tranquila.
Temo no estar a la altura como madre.
Sí, lo temo con mucha fuerza. Temo no estar a la altura y ser una decepción para mi hija. Temo perder la paciencia con ella y que vea que los gritos o el mal humor son lo típico en la familia.
Temo no ser una mamá leona que lucha contra viento y marea para que no le falte de nada y siempre se sienta segura en mis brazos.
Temo que llegue el día en que ella piense que soy de esas madres a las que no puede explicarle nada y terminar no contándome sus problemas.
Temo perderme cosas que para ella sean importantes, pensando que no lo son tanto.
Por ejemplo, puede parecer una tontería, pero ayer justamente
fuimos a un miniconcierto en el cole de la peque. Por primera vez, los
más peques, que hacen iniciación y juegos musicales también
participaban. Y sí, yo fui. Y sí, me vio y se le iluminó la mirada. Y
sonreí y se me cayó la lagrimita (que soy de lágrima fácil, ya lo
sabéis).
Podría
haber faltado y ver los vídeos que mi medio limón había grabado, pero
quería estar ahí la primera vez que hacía algo en el cole.
Cuando
yo era pequeña mis padres nunca vinieron a nada de lo que hice en el
cole. Sí, tenían que trabajar (una de las cosas por las que odiaba su
trabajo en la hostelería y el tener su propio negocio fue esto, que
NUNCA, vinieron a verme), pero yo sentía que no era importante para
ellos. Veía a todos los niños saludar a sus padres y yo no podía porque
no habían venido, ni siquiera uno.
Temo al bullying y las consecuencias que pueda acarrearle.
No he vivido un tema tan fuerte como los que hoy vemos, donde niños de solo 11 años se quitan la vida porque no aguantan más el acoso al que están sometidos. Pero sí viví situaciones en las que los compañeros no me dejaban vivir tranquila. Pasé de ser una niña abierta y risueña a ser una niña enfadada con todo el mundo, sin saber con quién hablar, sin saber qué hacer para que aquello parara. Todo eso me causó traumas que hoy día siguen vigentes y de los que día a día tengo que superar.
Como madre, temo que ella pueda pasar por algo así y piense que no pueda hablar conmigo, piense que está sola o peor, piense que no merece la pena seguir viviendo.
Temo a que mi hija enferme.
Tengo miedo a que se vaya, a tener que vivir sin ella. Porque ahora que la tengo, no concibo mi vida sin mi hija y creo que es una de las cosas que más preocupada me tiene, porque sentir que no puedes hacer nada, que su vida se escapa de sus manos y tu solo puedes esperar a ver qué pasa no puedo.
Temo que le hagan daño.
Y me refiero a daño físico. Tengo miedo a que se la lleven y sufra un horrible dolor.
Cuando veo las noticias de esos niños desaparecidos, que después aparecen muertos, termino con un malestar enorme. Un día, incluso, terminé llorando y le expliqué a mi medio limón lo que me pasaba. Ese miedo que me paraliza. Me entran sudores fríos.
El dolor de una madre al ver como le quitan a su hijo. La incertidumbre de no saber dónde está. Cómo está.
Estoy escribiendo estas líneas y sigo llorando, porque me duele, me aterra lo que le pueda pasar.
Y otro de mis grandes temores. Temo morirme.
He llegado a tener pesadillas con este tema. Miedo a morir. A dejarla sola. Que no estaría sola, estaría con su padre, sus abuelos, los yayos, sus tíos. Pero yo no estaría con ella.
Temo el día que me necesite y su madre no esté. Temo no poder estar con ella, para acompañarla a hacer cosas de su vida tan bonitos como comprarse un vestido para una ocasión especial.
Es un miedo irracional, un miedo que me paraliza, un miedo que me hace sentir muy insegura.
Alguna
vez me habían dicho, no conoces ese verdadero miedo que te paraliza y
no te deja respirar hasta que eres madre. Siempre he pensado que es una
exageración. Pero aunque disfruto de ella día a día, hay momentos en los
que pienso que esta frase esconde una gran verdad.
Temo no volver a tener momentos como estos los tres juntos. |
Yo, que también soy madre, también temo. Tengo todos esos mismos temores que tienes tú. Supongo que todos ellos vienen de la mano de ser una mamá, pero a veces piensas en esos temores y ciertamente te agarrotan y se te encoje el corazón. Sinceramente, me has emocionado (yo también soy de lágrima fácil). Un abrazo! 😊
ResponderEliminar@eltrucodemama
cierto, te haces madre y te preocupas por todo. A mí cuando eran más pequeños lo que más me agobiaba era que enfermaran. Ahora me preocupa mucho su autoestima que no les hagan daño. ´Sus problemas son nuestros problemas
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarsupongo que cuando se tienen hijos son normales estos temores, pero deberíamos apartarlos de nuestra mente para permitirnos ser más felices. En realidad son temores infundados, hipótesis que barruntamos y que es cierto que podrían darse, pero lo más probable es que esas cosas no sucedan jamás. Así que no vale la pena gastar energía y sufrir innecesariamente.
Ya sé que eso es fácil de decir y difícil de llevar a la práctica, pero debemos esforzarnos en ese sentido para ser más felices y vivir tranquilos.
Besos!!!!
No puedo estar más de acuerdo contigo, siempre he pensado que ser madre o padre conlleva mucha felicidad, pero también mucha preocupación y temor. El miedo a que sufra, por el motivo que sea, es absolutamente horrible. Pero ahí estamos nosotros para evitar que eso pase, y que se convierta en una persona feliz :)
ResponderEliminarYo también he pasado el mayor miedo de mi vida poniéndome en la piel de mi hijo y pensando en el miedo que estaría pasando él. Ser madre es lo que tiene.
ResponderEliminarCómo te entiendo! Creo que eso viene en el pack de maternidad... Ser madre es muy gratificante, agotador y como si fuera poco... esos miedos no nos dejan el resto de la vida.
ResponderEliminarComparto casi todos tus miedos. Creo que es algo natural una vez que eres madre. Todo se ve desde otra perspectiva. Pero, aunque esos miedos existen y dudo que podamos librarnos de ellos, no podemos dejar que nos paralicen.
ResponderEliminarComparto muchos de tus temores y según crecen los peques los temores aumentan pero creo que debemos echarlos a un lado y disfrutar al máximo porque soy de las que piensan que lo tenga que ser será. Aún así, te entiendo.
ResponderEliminarPor lo que leo en las respuestas creo que ese temor es bastante común. De lo que me doy cuenta es que no es un temor por nosotros sino por ellos que es el amor incondicional más bonito que podemos conocer. Nos adelantamos a problemas que no han llegado pero es inevitable sino se trabaja. Gracias por dar luz a este tema que normalmente ocultamos o no hablamos a la ligera porque así nos damos cuenta de que es más común de lo que pensamos.
ResponderEliminarNo guapa, no dejes que ese miedo te nuble o te ciegue. Tú eres fuerte y podrás afrontar lo que venga no le prestes atención a esos pensamientos, no les des fuerza, cree en tí, disfruta de tu hija, de tu hogar de tu salud porque es lo más valioso que tienes, con salud lo tenemos todo a nuestro favor sin ella estamos perdidos. Así que tu la tienes para hacer feliz a los tuyos, deja esos pensamientos aparcados a veces el estrés nos puede sabotear y eso no es bueno. Un abrazo!
ResponderEliminarMe he sentido muy identificada con lo que escribes.Con TODO, y sobre todo con el tema bullying que también sufrí en mi adolescencia. La maternidad se me ha presentado como un cúmulo de emociones increíblemente hermosas, y miedo, mucho miedo a todo lo malo que pueda pasar en su vida. Siempre te dicen que es normal, pero eso no lo hace más llevadero. Y no puedo evitar pensar que si la humanidad no estuviera tan corrupta en sus valores, nosotros no tendríamos esos miedos, y que nos toca a nosotras preparar a nuestras hijas para lo que pueda venir, en lugar de que todos eduquemos para vivir desde el respeto y el amor. Ayuda saber que hay más mamás que sienten lo mismo, quizás el cambio esté llegando poco a poco.
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