martes, 2 de octubre de 2018

LAS PERSONAS QUE SIEMPRE SE QUEJAN ME CANSAN

Hoy vengo con un tema que, a lo mejor me decís, oye pero que mala persona eres. Pero es que llega un momento en la vida en que necesito ser egoista y pensar más en mi y en mi mente sana, que en aguantar a personas que siempre les ocurre todo lo malo del mundo.

Claro que todo el mundo tiene derecho a tener un mal día, una mala semana o una mala racha. Todos hemos pasado por eso y nos gusta sentirnos queridos y apoyados. Pero antes de que vengáis con las antorchas a quemarme, por no ser políticamente correcta. Estoy hablando de las personas que SIEMPRE se quejan por todo. Nunca ven nada bueno en su vida. Que necesitan ser el centro de atención de cualquier manera y por eso, siempre estarán peor que tu y por supuesto, siempre tendrás que estar dispuesto a escucharlos o apoyarlos, pero en el momento que tu los necesites no lo harán, porque estarán demasiado ensimismados en su propia miseria.

No soy una persona positiva, pero tampoco soy negativa. Me gusta pensar que soy realista. No pienso que el mundo es de color de rosa, pero tampoco me gusta pensar que todo es negro. Soy de las que ve la vida con escala de colores y por ello quiero y me gusta saber las opciones que tengo, las posibles consecuencias y a lo que atenerme en algunos momentos. Me siento más segura. Eso no quita que un día tenga un día malo en lo que todo sea negativo. Pero intento que todo ello no me afecte sobremanera y sobre todo, intento ver algo bueno, para volver a ser yo misma.

¿Conocéis a las personas ombligo? Son esas personas que necesitan que todo el mundo les pregunten cómo está. 
Por ejemplo, quedas con un grupo de amigos a tomar unas cervezas, después de no veros durante un par de meses. Estáis todos, os divertís, contáis anécdotas que os han pasado, alguna cosa buena, alguna cosa mala, pero hay una persona que está callada, no sonríe y a la mínima que le preguntas... Pam! se pone a llorar o a contar sus miserias. Todos sabemos quienes son así por naturaleza y quienes realmente lo están pasando mal. Y sí, lo sé porque lo he vivido. He tenido personas así, que absorvían mi energía solo contando sus penas. Eh!!! pero no tengas un mal día y les digas que necesitas hablar, porque serán los primeros en decirte que te pasas el día quejando o que no les hace bien escuchar miserias del resto del mundo.
También están las amigas del mundo 2.0. Por ejemplo, tienes un grupo de whatsapp de amigas a las que les cuentas todo y con las que mantienes todo tipo de conversaciones. Un día no te sientes bien. Todo se desborda a tu alrededor. Tu marido se queda sin trabajo, tu tienes un trabajo mal pagado. No llegáis a final de mes. Tienes que tirar de pedir dinero a padres o hermanos, porque de verdad que no llegas a pagar las facturas. Así que un día decides contárselo a tus amigas, porque sabes que no te juzgarán y diciéndolo te sentirás algo mejor. Incluso alguna de ellas, te quiere mandar dinero o incluso darte ropa para tu hij@ que ellas no necesitan. Entonces, está esa persona que necesita ser el centro de universo y decide escribir para quejarse de que en las vacaciones de Navidad no va a poder ir a Laponia a conocer a Papá Noel, porque tiene una enfermedad diagnósticada y el frío no le sienta nada bien y por eso se tendrá que ir, otra vez, porque ya ha ido, Argentina, porque en Navidad allí hace calor.


Todos sabemos que la pena vende y si no, date una vuelta por las RRSS. Claro que hay personas con problemas (problemas de verdad, no problemas del primer mundo). Problemas que realmente necesitan de tu ayuda o de tu apoyo. Pero luego están las que ven el filón en la pena, las que ven que contando mil y una veces los problemas (algunas veces, creo que llegan a ser inventados, de ahí lo de problemas del primer mundo) sus seguidores crecen día a día. Y no estoy dispuesta a aguantar gente así también en internet. Así que sí, soy de las que se borra inmediatamente de seguir a esa persona. 

Conozco a gente maravillosa en este mundo 2.0 que lo han pasado realmente mal. Que han necesitado un hombro en el que llorar. Que han necesitado unas palabras de ánimo en un momento puntual. Y sí, ahí he estado, porque creo que tenemos que estar en lo bueno y en lo malo, como en los matrimonios. Porque nos podemos alegrar por algo muy bueno, pero tenemos que empatizar cuando alguien está mal. Pero son personas que han tenido una mala racha, un mal momento y por ello, he empatizado y he intentado estar ahí para lo que necesitaran. 

Ya sabéis lo que pienso del postureo. Que no, que no existe la vida perfecta. Me gustan las vidas reales. Las vidas que ven la vida, como yo, en escala de colores, que tienen un mal día, como tienen un día perfecto. Que te lo cuentan con toda la naturalidad del mundo y no se regodean en sus miserias. Que un día te cuelgan una foto de toda la familia haciendo una actividad y sonriendo, viendo lo bonito que es todo y donde te explican que para llegar a esa foto se han tenido que hacer otras 20 más. A una foto, donde un día solo se vea una palabra, un mal momento, una casa sin recoger, una madre con ojeras,...

Como digo, de un tiempo a esta parte, las personas que se pasan todo el día quejándose y viendo el mundo de un color negro, muy negro me agotan. Me agotan el alma, me agotan la vida y no estoy dispuesta perder mi poco tiempo libre con ellos. Ahora sí, podéis tirarme a los leones, pero creo que he llegado a un punto en mi vida en la que quiero ser egoísta. Dejar de pensar en los demás, en lo que dirán, en lo que pensarán, en cómo se sentirán y empezar a pensar en mí, en mi bienestar, en el bienestar de mi familia. En ser feliz, en vivir la vida sin hacer mal a nadie. En aprovechar todo el tiempo que tenemos para ser felices y dejar de quejarnos por cosas que realmente, si lo piensas tienen solución.