miércoles, 25 de octubre de 2017

COMO VIVÍ LA MUERTE FETAL DE MI HERMANO

Hoy traigo un tema duro. Un tema del que nunca he hablado con nadie abiertamente. Y es que hablar sobre la muerte de mi hermano no nacido es algo duro que, a día de hoy, todavía no he superado.

Cuando era pequeña ansiaba tener un@ herman@. Mis padres siempre explican que cuando llegaba el momento de la Navidad o de mi cumpleaños, siempre les decía: quiero un hermanito.
Y es que mis padres trabajaban mucho. Por no decir demasiado. Tenían un bar y a mi padre casi no lo veía entre semana. Cuando tenía cinco años, al tener el bar cerca del cole, me enseñaron la importancia de cruzar la calle, mirando siempre a ambos lados y estando segura de que no corría peligro. Eran otros tiempos y aún estando en una ciudad, teníamos esa libertad. 

Cuando tenía 9 años ya tenía las llaves de casa y cada día, iba y venía sola del colegio. Me quedaba por las tardes en casa de una vecina, que tenía hijas de mi edad y poco a poco fui siendo totalmente independiente, quedándome en casa sola, por las tardes, hasta que mis padres llegaban de trabajar. 

Así que imaginaros lo que echaba de menos tener a alguien conmigo, alguien con quien jugar, alguien con quien tener mis secretos, alguien con el que pasar las horas muertas, aunque fuera mirando al techo.

Además tuve una época muy fuerte de miedos. Miedo a lo que le pudiera pasar a mis padres. Me creaba mucha angustia pensar que si les pasaba algo a ellos yo me quedaría sola. Y sí, a veces me decían, pero están tus tíos, tus abuelos,.. Pero no es lo mismo, yo pensaba, si mis padres no están, yo estoy sola, seré la única que quede de mi familia. Ellos eran todo mi mundo.

Así que sí, pedía tener un hermano siempre que podía, pero nunca llegaba. Era tan inocente, que pensaba que era como los juguetes, lo pedías y te lo traían sin más. 

Y un día el milagro ocurrió. Tenía 12 años cuando mis padres me dijeron que iba a tener un hermano. ¡Madre mía! era super feliz, por fin iba a tener un hermano. Sí, yo ya era algo mayor, pero realmente no me importaba. Yo cuidaría de él, yo podría estar con él, jugar y divertirnos.

Al cabo de poco tiempo mi madre tuvo un pequeño susto (justo como me pasó a mi en mi embarazo), sangró un poco. Vi el miedo en sus ojos y cuando fuimos al ginecólogo me asusté. No me dejaron pasar hasta ver que todo estaba bien. Cuando el médico comprobó que había latido y que él estaba allí, entré a verlo. ¡Que emocionante! por fin era real, ahí estaba.

Los meses pasaron y mis padres iban trabajando día a día. Mi madre no paraba y eso hacía que estuviera más cansada de lo normal, pero ella, siempre todoterreno siguió trabajando.
Ese año, la semana santa cayó para marzo. Esos días de fiesta, yo me levantaba con mi madre e íbamos juntas al bar que tenían, y allí me pasaba el día, sentada en una mesa, leyendo, dibujando o simplemente salía y daba vueltas a la manzana. Y además, el cumpleaños de mi madre caía para esa fecha. Llegó el día de su cumpleaños y yo estaba durmiendo, de pronto, mi madre me chilló desde el baño. No se sentía bien. Me levanté corriendo. La encontré llorando y me decía que llamara a mi padre, que teníamos que irnos al hospital. No entendía nada. Lo llamé desde casa. Le expliqué la situación. Mi madre estaba sangrando. Algo malo estaba pasando.
Después de eso, salimos a coger un taxi y directas al hospital, donde mi padre nos estaría esperando. 

Al llegar recuerdo a mi padre, estaba nervioso, muy nervioso. Mi madre no paraba de llorar y le dolía muchísimo el bajo vientre. Me asusté. No llegaba a entender lo que estaba pasando y me asusté porque pensé que le podría pasar algo a mi madre. Cuando llegamos al ala de maternidad, mi padre y yo nos quedamos fuera. Mi tía vino, pues mi padre los había llamado. En cuanto ella llegó él entró dentro. A mi, por mi edad, no me dejaban pasar. Yo solo quería ver a mi madre, saber que estaba bien y que ella no corría peligro. Hoy día lo recuerdo y se me saltan las lágrimas. Horas y horas fuera. Os estoy hablando que habíamos llegado a media mañana y hasta la tarde-noche no dejaron que entrara a verla.

A la hora de comer, mi padre se quedó con ella, y una amiga de mis padres vino a buscarme para llevarme a su casa a comer y salir de allí. Yo no quería. Llorando le pedí a mi padre ver a mi madre, pero el médico, el marido de esta amiga, nos dijo que yo no podía pasar. Mi padre me dijo que no pasaba nada. Que ella estaba bien y que a la tarde me dejarían pasar, pero que tenía que irme. Llorando, me marché con la amiga de mis padres, sin saber bien qué es lo que estaba pasando.

Esta mujer, amable, buena y sobre todo paciente, me explicó lo que había pasado. Mi hermano ya no estaba, se había ido. Su corazón había dejado de latir. Aún recuerdo aquellas palabras, como ella intentaba que me sobrepusiera. Incluso me regaló un peluche, que aún hoy, tengo en casa de mis padres y que durante mucho tiempo, me acompañó en la cama mientras dormía.

Después de volver de comer, vi a mi padre. Estaba más tranquilo, aunque él, hombre de pocas palabras, no me explicó mucho. Solo que mi madre no corría peligro y que estaban esperando a que le dieran habitación, pues esa noche la tendría que pasar en el hospital.

Por fin pude verla. Estaba rota de dolor. Rota por dentro. Rota por fuera. Mi padre y el médico (que me coló, porque no podía dejarme pasar, pero lo hicieron como favor) me pidieron que no llorara. Que le dijera que todo pasaría. Yo les dije que sí, pero todos sabemos que eso era imposible. En cuanto la vi me eché a sus brazos y ella empezó a llorar.

Nunca olvidaré sus primeras palabras: - Lo siento, ha sido culpa mía. Lo siento mucho.

Yo pensé... pero por qué dice que es culpa suya? No es culpa de nadie. Del destino, de la naturaleza, pero no de ella. 

Con los años ella me explicó que se sentía culpable, porque en aquella época trabajaba muchas horas en el restaurante, lo que hizo que no descansara lo suficiente. Eso le añades los nervios porque todo vaya bien y el que ella de por sí es así, y finalmente te dan el cóctel perfecto.
Yo siempre le he dicho que no se sienta culpable, que no fue así, pero sinceramente, lo que ella ha pasado solo las personas que han tenido una pérdida así lo sienten.

El día que mi madre perdió al bebé, como os he dicho anteriormente, era el día de su cumpleaños. Desde aquel año, nunca, NUNCA, lo celebramos ese día. Siempre más tarde, pero ese día mi madre está de luto. Después de todos los años que han pasado, ella sigue pensando en el hijo que nunca pudo sostener en sus brazos. Sigue culpándose.

Otra cosa que recuerdo como si fuera ayer, fue la crueldad con la que vivió ese día mi madre. Al estar en el ala de maternidad, ella estaba en un box, frío y solitario. Nadie quería entrar si no era absolutamente necesario, pues nadie quería tener que consolar a aquella mujer que lloraba por su pérdida. Supongo que muchos pensaban... ¿y qué le dices? 
Pero ella tuvo que pasar aquel día en esa sala. Sola. Escuchando como otras mujeres traían al mundo a sus bebés. Y oía cuanto pesaban, lo bonitos que eran. Los oía llorar y oía a las madres llenas de felicidad. Eso todavía le hacía más daño. Hora tras hora. Hasta que se la llevaron a una habitación, pasadas las 9 de la noche.

Después de aquello, ella ya no quiso tener más hijos. Sinceramente, creo que venía de rebote y no esperaban tener más y esto hizo acrecentar esa idea. Conmigo tenían más que suficiente y no iban a tener más. 

Después de verla, después de sentir que ella estaba bien, yo respiré tranquila. No era tan consciente de todo lo que estaba pasando. Ahora soy madre y pienso.... ¿qué hubiera sido de mi si me hubiera pasado algo como esto?

Pero ella no es la única persona de mi familia que ha pasado por ello. Mi abuela materna, justamente, con su segundo embarazo pasó lo mismo. Perdió al bebé. Y mi abuelo siempre hacía "la broma" de que como el médico le comentó que no había quedado del todo bien después del aborto (físicamente hablando) y le dijo que lo mejor era que se quedara embarazada, él la había preñado al salir del hospital y por eso mi madre había nacido. Pero pienso en aquellas palabras, en esas "bromas" y me digo a mi misma, lo que han tenido que pasar nuestras antecesoras, nuestras abuelas, bisabuelas, ... con una pérdida así. Hoy día es un tema tabú, no me quiero imaginar como era en aquellos tiempos.

Como hija de una madre que perdió a su bebé antes de nacer. Intenté que estuviera feliz, que se centrara en mi, en mi padre y no tanto en la pérdida. Por supuesto, poco funcionó, porque ella siguió y sigue recordando a ese hijo que nunca tuvo y sé que nunca podrá olvidarlo, igual que yo no olvido, que por unos meses, tuve un hermano. Ella siguió llorando durante días, semanas y meses, porque aunque no la viéramos, sí la oíamos. Y eso, siempre se te queda en la mente como ese post-it que colocas para no olvidar una cita.

Como ya os hablé en un post, hace tiempo: este. No quiero que mi hija sea hija única, como leí hace poco en el blog de Lidita Swan, creo que se pierden ciertas cosas y no quiero que ella pase por algunas cosas por las que pasé yo. Pero por otro lado tengo miedo. Tengo miedo de pasar por lo que pasó ella. Justo mi abuela el segundo lo pierde, mi madre el segundo lo pierde. Será cosa de familia?? Puede que no, lo más probable, pero eso siempre lo tengo en la cabeza. Y espero que las cosas mejoren, monetariamente hablando, para poder darle el/la herman@ que ella tanto pide. Porque sí, ella lo ha pedido alguna vez y como no le gustan las niñas, ya dice que sí o sí quiere un hermano.

Si está en mi mano, se lo daré. Espero que el destino no sea tan puñetero y dejemos esta "mala suerte" del segundo y podamos cumplir ese sueño.

17 comentarios:

  1. Madre mía. He leído el post y te tengo que reconocer que se me han saltado las lágrimas. No me imagino lo duro que tuvo que ser para tu madre, pero lo de ella es obvio, pero ¿para ti? Toda la vida esperando tener un hermano y cuando al fin parece que todo llega se trunca y siendo una niña aún.
    Fuiste muy generosa y muy valiente con tu madre, ella en tí no vio un obstáculo, al contrario estuviste ahí intentando que todo dolor se le olvidara, como hija no me cabe ni la menor duda que eres espectacular.

    Seguro que la cosa empezará a ir mejor economicamente, y eso te hará ser madre de un segundo hijo y verás que todo irá bien, y yo estaré aquí para leerte y alegrarme.

    Muchisimas gracias por mencionarme, y sobretodo por leerme siempre y comentarme. Un abrazo enorme

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    1. Tus palabras sí que me emocionan, muchas gracias.
      La verdad es que fue duro y son cosas que nunca olvidas y luego sobrellevas. Mucha gente me ha dicho que esa experiencia lo que hizo fue que yo madurara demasiado rápido. Supongo que así fue, pero me hubiera gustado ser niña un poco más.

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  2. Es difícil encontrar palabras para decirte. Tiene que haber sido muy difícil para ti escribir esto. Muchas gracias por compartirlo. Un abrazo fuerte

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    1. Muchas gracias!
      Lo ha sido, pero es algo necesario, porque no he leído nunca que nadie hable de esto y quería dejar mi experiencia

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  3. Uff, un post muy duro. Yo también viví la perdida de un hermano, era mucho más pequeña que tu, 8 años, y lo cierto es que solo tengo un ligero recuerdo de esos días. Entiendo tus temores ante un segundo embarazo, y a ver si todo se te arregla un poco y puedes llevarlo a cabo.
    Muchos besos.

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    1. Eso espero, porque hasta la peque ha empezado a preguntarme si tengo un bebé en la barriga. no sé si tomármelo como que tengo que perder peso :)

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  4. He derramado mis buenas lágrimas. Que triste lo que han vivido y cómo les ha marcado, a pesar de los años transcurridos...

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  5. Sin duda una experiencia trágica y encima el destino se puso más cruel con las fechas.. lo que está claro es que somos más fuertes de lo que pensamos y que aprendemos de la experiencia.

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  6. Una expeeiencia muy dura... de las que marcan de por vida. Entiendo tus miedos de cara a un segundo embarazo... pues este tipo de coincidencias siempre nos asustan. Habla con tu ginecolog@ llegdo el momento... cuentale tus miedos... tal vez tenga respuestas y pueda dejarte más tranquila. Un beso muy fuerte!

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  7. Madre mía... No saber cuanto me ha emocionado la experiencia que vivisteis. No puedo llegar ni a imaginar lo duro que debió ser y que seguro aún es. Entiendo que tengas ese temor tu también ahora. Es muy lógico. Pero, como bien dices, no tiene porqué ser así. Espero que pronto vuestra situación mejore y os animéis a buscar ese herman@ que tanto deseáis para vuestra peque. ¡un enooooorme abrazo!!

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  8. Confieso que me estoy secando las lágrimas. Es una historia tremenda.
    A pesar de todo, adelante, vamos a por el hermanito.
    Un abrazo.

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  9. Menuda historia más dura pero bien contada. La verda des que los sentimientos de determinados momentos hacen que a veces no sepas qué comentar o cómo empatizar porque realmente no creo que sin haber pasado por algo aí sea posible decir que lo comprendes. Lo de tu madre es terrible, pero no por lo que pasó que , efectivamente es muy habitual, si no por lo mal gestonados que están lso sentimientos y la poca ayuda que a veces reciben las personas que sufren un aborto. Sinceramente reponerse de algo así es terrible y os deseamos a todos lo mejor, que se supere 8como se pueda y cuanto se pueda) y consigáis qe todo tenga un poco más de alegría. Mucho animo y gracias por compartirlo

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  10. uffff qué relato más desgarrador. La verdad es que una pérdida así afecta a toda la familia. Grandes y pequeños. Muchos besos

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  11. Ánimos y no dejes que la experiencia de tu madre te detenga, aunque fue algo que marco a tu familia piensa en positivo, y puede que tu madre a través de ti se sienta aliviada en su pena. Piensa en positivo, en tu deseo con todas tus fuerzas, envíale esa señal a tu cerebro, los pensamientos son muy poderosos, confía en ti y adelante! Un abrazo!

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  12. Qué triste leer cosas así. Y sobre todo que tú madre se haya sentido tan culpable por algo que, seguramente, podría haber ocurrido aunque no hubiera trabajado tanto. Seguro que tan pequeña tuviste que vivirlo de una forma muy intensa y ahora al ser madre todo te remueve. Un abrazo!

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  13. Que pena, lo lamento mucho. Yo también he sufrido dos perdidas, y es cierto que nada te consuela, tan solo el tiempo puede curarte y hacer que vuelvas a sonreir.

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  14. Ah, me has dejado el corazón temblando.
    Gracias por contarlo!!

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