Este año las necesitaba, era algo que llevaba soñando desde hace tiempo y es que con todo lo que nos ha estado ocurriendo estos meses, sinceramente, necesitaba desconectar un poco de todo y relajarme, con mi medio limón y con mi peque, que los echo de menos cuando no estoy con ellos.
Por suerte, en la nueva empresa, empezamos horario intensivo a finales de junio y como era la primera vez que tenía un horario así, os podréis imaginar que estaba (y estoy) loca de contenta, porque eso de salir cada día a las 15.00 es todo un lujo. Tener toda la tarde para mi y la peque. Otra cosa buena de este sitio es que por primera vez, no tienen que sustituirme, no he tenido que dejar a nadie en mi sitio durante mi ausencia, no he tenido que enseñar a nadie y he podido irme tranquila porque todos los temas pendientes los había cerrado, aunque el último día fue de locura.
El mismo día que acabé en la oficina, tuve que salir corriendo, a lo correcaminos para llegar a casa, terminar de empaquetar, comer algo y marcharnos al tren, porque sí, ese mismo día nos marchamos de la ciudad para poner rumbo a nuestro destino. Dejábamos el bochorno, el calor que te deja chafado, el asfalto y los edifcios altos, para irnos a donde todo lo que te rodea es verde. La temperatura perfecta de verano, pero durante la noche hay que taparse a veces y es que estas pequeñas cosas se agradecen.
Os diré que siempre vamos en tren. Nos gusta ir en tren, porque lo cogemos a las 20.20 y llegamos allí a las 07.30 del día siguiente. Cogemos camarote para los tres. La peque y yo compartimos litera. Tenemos nuestro baño propio y digo baño, no aseo, pues tienes hasta ducha. Toda una gozada. Una pequeña tele donde suelen tener siempre película de dibujos (para ir teníamos Trolls) y luego pelis para los papis. Nos llevamos la cena desde casa, porque aunque hay restaurante, nosotros viajamos muy low cost. Vamos en camarote por la peque, si no, hacíamos el viaje en butaca gran confort, durmiendo con otras 20 personas más. Pero ahí sí que no meto a la peque, que por cierto durmió como un tronco y sin problema. Parece que el dormir en cualquier lado, siempre que sea con mami o papi ha salido a mi, porque yo también eché alguna cabezadita, lo que no se puede decir de medio limón.
Pero daba igual!! Estábamos de vacaciones. Los tres juntos. Lo echaba de menos. Y es que necesitábamos salir de la ciudad. Sabíamos que al volver tendríamos los problemas esperando, pero nos prometimos dejarlos a un lado y disfrutar las dos semanas que nos íbamos al norte a ver a la familia. Y es que no hay nada como tener un pueblo.
Sinceramente, si no fuera porque tengo la suerte de tener dos pueblos (el de mi madre y el de mi padre) para poder veranear, este año nos tendríamos que haber quedado en casa, literalmente, porque ya sabéis cual es nuestra situación y no podíamos gastar ni un euro.
Llegar allí y sentirte como en casa no tiene precio. Mis padres nos esperaban ansiosos en la estación, pues llevaban una semana sin ver a su nieta. Sí, no nos esperaban a nosotros, eso lo tenemos claro desde que la peque llegó al mundo. Nos fuimos a desayunar y la peque ya cogió a su abuelo por banda y le dijo: vamos a jugar, vamos a correr, vamos a saltar, vamos a ver los patos, vamos, vamos, vamos. Y es que a la hora de juego y diversión no hay nadie mejor que el abuelo.
Después de un rato de juego y diversión tocaba coger el coche. Esta es la parte negativa. No estamos acostumbrados a tener que coger mucho el coche y allí lo necesitas para moverte casi a cualquier lado.
Como he dicho antes, este año aprovechamos dos semanas. La peque, el año pasado, se lo pasó tan bien, que pensamos que una semana era muy poco. Así que dos semanas con todas sus consecuencias. Y digo esto, porque sí, son dos semanas de desconexión, de naturaleza, de paseos, de ir al bar a ver a la gente y tomarte una cerveza, el ver divertirse a la peque, el ver su cara cuando ve animales que no ve en todo el año, si no es por la tele, y mil cosas más. Pero también es estar 24 horas al día con la familia. Y sí, son mis padres y los quiero mucho. Son los abuelos de la peque y la adoran como si no hubiese nada más en el mundo. Pero todos tenemos nuestra rutina, nuestro día a día, nuestras costumbres y porque no decirlo, NUESTRAS MANÍAS. Y yo la que más, claro que sí.
Así que pasar, 7 días, codo con codo con mis padres, nos llevó a momentos de tensión, a momentos de risa, a momentos de dramas y es que mi madre y yo somos muy dramáticas cuando nos enfadamos y quien diga lo contrario miente.
Para mi, este es el único contra de las vacaciones. Este y que parece que nos miró un tuerto. Porque yo no llevo el coche, así que me toca ir detrás a cual sardina enlatada con la silla de la peque y mi madre, en un viaje de una hora y media aproximadamente, para ir de pueblo a pueblo, pero este año no. Este año mi padre decidió que no quería conducir y que ya era hora de que me quitara ese "miedo" a conducir por carreteras comarcales, con curvas, camiones, subidas, bajadas, locos al volante,... Así que se cortó la mano. Madre mía, que susto al verlo. Y es que eso le pasa por trabajar en vacaciones, como le dijo el traumatólogo al verlo. Y lo peor es cortarse de esa manera limpiando una huerta que ni siquiera es suya, porque la gente no viene a limpiarlas, y tocan las casas ajenas (en otro post os diré porqué es importante que estas cosas se hagan. Este verano hemos tenido una dosis de realidad muy dura).
La parte positiva. El resto. Sobre todo, como he dicho antes, poder ver a la peque disfrutar las 24 horas del día. Ver a esos familiares que nos ves en todo el año. Como por ejemplo mi abuela materna, la única que me queda. Disfrutar viendo como le cantaba la cucaracha y mi abuela se reía y rejuvenecía por momentos. Os digo que siempre que iba la peque a verla, se le pasaban todos los males de golpe!! jajaja.
Tengo un video medio preparado con fotos para que veais lo bonito que es, pero mientras tanto os pondré alguna. Y es que es un lugar mágico. De verdad. También estoy preparando otro donde os hablo de las ventajas y desventajas de viajar con la familia y es que este tiene mucha miga!!! jajajaja.
Ah!! y se me olvidaba hablar de una parte importante. Otra cosa buena que tiene el pueblo: LA COMIDA!!! Madre mía, allí no hay mesura. Todo es a lo grande. Los grandes chefs con mini platos no tienen cabida en este mundo. Os lo digo yo. Me puse las botas (lo negativo son los dos kilos que me engordé y menos mal que solo fueron dos. Uno por semana). Y es que todo está tremendamente bueno. Lo bueno de tener lechugas, tomates, cebollas, ... recogido del huerto en el momento antes de preparar la comida. Con sabor, textura, olor a verdura. Aixxx, luego pasa lo que pasa. Que llego a Barcelona y no hay tu tía que coma verdura y menos ensalada.
Otra cosa buena, el pan. El dichoso pan. Pan recién hecho que vas a buscar a la casa del panadero. Pan con miga, miga densa, miga buena, miga que tienes que pasar por el plato de la ensalada para rebañar lo que queda. Y es que... que rico todo.
Y la empanada? La carne? El caldo? Esto último por lo que me dicen, que yo no lo como. No es que me guste especialmente el caldo, pero oye. El resto me lo zampo sin pensar. El jamón de casa, los chorizos, el pollo de corral hecho con salsita. Madre mía. Las costillas. Y es que podría seguir así horas. Así que mejor os dejo una foto del pulpo. Porque sí, ir a Galicia y no comer pulpo a feira es un delito y más cuando nosotros fuimos expreso a la feria del pueblo para eso. Comer pulpo, mi padre y yo y mi medio limón darle al pan con aceite.
Después de una semana en Trabazos, el pueblo de mi madre. Donde tenemos una casa para nosotros 5 y donde medio pueblo es familia de otro medio, pusimos rumbo a Prada. El pueblo de mi padre y es que es como vivir en dos mundos diferentes.
Trabazos es el lugar idóneo si necesitas desconectar, descansar, tanto del mundo 2.0 como de tu realidad. Vives en una burbuja. Te traen casi todo. El panadero viene cada día con su furgoneta. El pescadero, incluso recuerdo que de pequeña, una vez al mes venía el del menaje de cocina y varios. Ese día las mujeres del pueblo se ponían todas a hacer cola incluso antes de que llegara. Sí, sí, a lo modo rebajas del Corte Inglés, el primer día en la puerta.
En cambio Prada, tiene lo mismo, pero son dos pueblos diferentes. Y los llamo pueblos, pero en realidad son aldeas, porque no solo están las casas. En Trabazos tenemos un bar que abre de 7 de la tarde a 9 o 9.30 y lo tenemos en la antigua escuela. En Prada, la cantina, está cerrada desde hace años. Si quieres tomarte una cerveza, coge el coche o camina unos cuantos kilómetros. Así que sí, para desconectar es el paraíso. La vida ahí es de otra manera. Tiene un ritmo completamente diferente. Es mucho más slow. Con deciros que una tarde pedimos la cena en un bar de un pueblo cercano, nos trajeron la bebida y entre pinto y valdemoro pasaron 45 minutos cuando nos trajeron la cena y eran bocadillos, hamburguesas, patatas y poco más. Sí éramos 12 con los críos, pero eso no quita que si hubiese ocurrido en Barcelona hubiésemos puesto el grito en el cielo. En cambio mis primas me dijeron, pues han tardado poco. Y mi cara de WTF???!!! no me la quitaron en toda la noche.
Lo único malo de este año ha sido no poder dormir en casa de los abuelos. Somos muchos, no sé si alguna vez os lo he dicho, pero mi padre son 11 hermanos y en verano, aunque sería precioso poder reunirnos TODOS, es casi imposible, pero los que vivimos fuera, siempre tienen su casa abierta y su habitación preparada. Los jóvenes, en cambio no tenemos esa suerte, y no es la primera vez que me toca ser una peonza y pasar de habitación en habitación. Porque aunque mi padre se canse de decir, que el primero que llega escoge la habitación que quiere, es mentira. Ahí las habitaciones tienen nombre, os lo digo yo. Y este año teníamos menos habitaciones por no poder entrar en una de las casas, por miedo que la pared de la casa colindante se viniera abajo. Así que, este año, sí o sí, nos tocó dormir fuera. Por suerte siempre existe la opción de los hostales en O Barco y fue nuestra opción. Bueno, bonito, barato. Lo que podíamos pagar y nos sentó de maravilla poder desconectar, también, de la familia, aunque fuera para la hora de dormir y el desayuno. Poder estar los tres solos de vez en cuando también era algo que necesitábamos.
Este año ha sido un verano extraño, porque además, sufrimos la pérdida, pocos meses antes, de la matriarca de la familia. Mi abuela paterna nos decía adiós el primer fin de semana de mayo. Y allí estuvieron sus 11 hijos, reunidos.
En fin... el verano, otra cosa buena que tiene son las fiestas de los pueblos y las orquestas. Bailar, beber un copita, pasarlo bien con la gente que te rodea. Pero este año no pudimos hacerlo. El luto se lleva muy adentro y por eso decidimos que lo mejor era seguir los pasos de los mayores y este año, nada de fiestas. Y cuando digo nada, es nada de nada. Mis padres les encanta bailar, han ido a clases de bailes de salón y ellos son los que me metieron el gusanito del baile dentro. Pero este año no fuimos a la plaza a darle al pasodoble, no salimos en la verbena para preparar la queimada. Es extraño, pero era lo que se tenía que hacer, porque sinceramente. ¿Cómo le explicas a una niña de 3 años que oye la música y quiere bailar con sus abuelos, que los abuelos no pueden bailar porque están de luto? Ella sabe que la bisabuela se fue a las estrellas, donde nos protege y nos cuida. Pero de ahí a que los abuelos no puedan divertirse con ella hay un abismo. Así que este verano, los jóvenes, para que esto no nos pasara decidimos hacer mutis por el fondo y los que estábamos allí marcharnos a cenar a algún otro pueblo cercano, donde los niños pudieran estar juntos y jugaran.
Lo bueno de tener un pueblo es eso. Poder ver a tus amigos y/o familiares, que no has visto en todo el verano. Poder disfrutar del campo, de los animales, de todo lo que te rodea. De poder tomar un respiro de la ciudad. De poder gritar al viento. Salir a pasear a cualquier hora. Dejar a la peque campar a sus anchas y mil millones de cosas más.
Jolín, me han entrado ganas de irme de vacaciones y un hambreee!!! jajaja. Nosotros este año nos hemos tenido que quedar en el pueblo en el que vivimos, pero tenemos la suerte de vivir a cinco minutos del bosque y veinte de la playa, así que lo que hemos hecho es ir aquí y allá, que también tiene su qué. Tu padre supongo que ya estará bién, no? Menudo susto!!
ResponderEliminarEs genial poder tener un pueblo. Yo es algo que hecho de menos desde qye falta mi madre. Me pase 21 años veraneando en un pueblo de Soria y me da mucha pena cuando pienso que mi hija no vivirá eso, pero por suerte este año se ha podido pasar 2 meses en un pueblo en la costa de Barcelona compartiendo casa con su abuelo y mi hermana.
ResponderEliminarCompartir este tiempo en familia y jugando con su primo es algo que va a recordar siempre
Que guay, ojalá tuviera yo un pueblo para evadirme... Me ha gustado mucho tu post y aún más ese plato de pulpo a la gallega, se me hace la boca agua... Espero todo esté bien ¡Un saludo!
ResponderEliminarJo nosotros no tenemos pueblo y me da pena que Loki no vaya a poder vivir todas estas experiencias tan chulas. Espero que tu padres este mejor :)
ResponderEliminarYo no he tenido pueblo pero ahora con la peque vamos dónde están mis suegros y la verdad, es que me da una envidiaaa! Viene bien para unos días, como bien dices, desconectar de todo, relajarte y olvidarte de todo un poco pero... cuidado! Que si pasas mucho tiempo te aburres (al menos yo).
ResponderEliminarY lo que aprenden ahí? No está pagado!!
Siento mucho lo de tu abuela. Un beso grande!!!
Leyendote dan ganas de viajar. Nosotros este verano no hemos salido de la isla. Hemos hecho "turismo" local de playas. En el pueblo, en la península, donde yo iba de vacaciones con mis padres ya no nos queda familía así que ya no vamos. Cuando Paula sea mayor la llevaré para que lo conozca.
ResponderEliminarSaludos!
Maravillosas vacaciones, definitivamente es genial que puedes ir al pueblo de tus padres y pasar unas increíbles vacaciones sin gastar tanto. Puedo imaginar lo bien que la paso la peque con sus abuelos, entre los abuelos y el nieto se forma un vínculo increíble. Saludos
ResponderEliminarYo me acuerdo cuando de pequeña iba al pueblo dr mi padre. Siempre he pensado que no hay fiestas como esas
ResponderEliminarAyyy, las maravillosas vacaciones en Galicia... Este año no hemos ido... Morriña!!!!
ResponderEliminarOhhhh el pueblo! Y poder hacer con tu hija todas esas cosas que hacía una de pequeña. Es cómo una pequeño viaje en el tiempo.
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