Hola mis amigos 2.0. Hoy vengo a desahogarme. A contaros algo que ha pasado hace un tiempo, poco, pero que todavía me toca la fibra sensible. No sé si algún día superaré por completo todo esto.
Sabéis que siempre he alardeado de que mi familia está compuesta por dos adultos, un bebé y dos gatos que son la luz de mis ojos. Bueno, pues esos dos mininos ya no se pueden contar como miembros de la familia, propiamente dicho.
Desde que nació la peque, o mejor dicho, desde que me quedé embarazada, no he parado de oír eso de: Y qué vas a hacer ahora con los gatos? Yo siempre decía. Pues nada, son uno más de la familia, si a alguien no le gusta que no venga a mi casa, pero no tengo que hacer nada con ellos si nace la enana. Y así mi marido y yo íbamos callando bocas.
La peque nació y los gatos, sinceramente, pasaron olímpicamente de ella. Llegó a casa, la olieron y se marcharon. Lo que no les gustaba tanto es que mami y papi estuvieran más por ella que por ellos. Yo intentaba dividirme. Cuando mi marido estaba en casa, me pasaba un ratito con ellos, los acariciaba, los peinaba, les hacía alguna monería. Cuando estaba con la peque, pues poco podía hacer, solo intentaba que no se sintieran desplazados. Se me rompía el alma si Totoro venía y me maullaba, pidiendo que le acariciara. Poco a poco se fueron haciendo amigos, Neko no tanto, que se resistía en acercarse a ella. Pero supongo que el roce hace el cariño y vieron que la peque, era un ser indefenso y que poco les podría hacer.
El problema llegó este verano con el primer año de Carlota. Ya no era un bebé que casi no interactuara ni se moviera. Ahora empezaba a explorar, a querer saber más y cada día se sentía más atraída por ellos. Tanto que gracias a Neko, la peque empezó a gatear. Ahí empezó mi cruz.
La casa la he mantenido todo lo limpia que he podido, contando que estoy fuera todo el día y que cuando llego no estoy mucho por la labor, pero que barro y paso el polvo casi cada día. Con los gatos, en verano, llegó el momento de utilizar más el aspirador que otra cosa, pues es la peor época y no pierden pelo, pierden mechones (sobre todo Totoro). Por desgracia para mi, se nos estropeó y con mi marido en paro y pasando algunas dificultades, todo lo tenía que hacer a mano. Neko y Totoro también demandaban más atención. Supongo que ya estaban hartos de sentir que la peque les había suplantado y yo me sentía fatal, porque no quería que se sintieran abandonados. Para mi, siempre han sido parte importante de todo, pues ellos siempre han estado a mi lado. No podía fallarles.
O sí?? eso es lo que siento ahora. En el momento en que Carlota empezó a gatear, Neko empezó a interactuar más con ella, pero no lo hacía de manera amistosa. Ella lo miraba, llamaba su atención, le chillaba, quería tocarlo y a veces lo conseguía, el problema era enseñarle que había que acariciar y no coger y tirar (pobrecitos, lo pasaron realmente mal, pero nunca le arañaron). Neko se acercaba cuando veía que ella estaba distraída y yendo por detrás, como quien no quiere la cosa, le daba un empujón con todos su cuerpo para que ella se cayera. Y sí, lo conseguía el 90% de las veces, con lo cual, el papi o yo nos teníamos que levantar y él escapaba corriendo porque sabía que había hecho mal. Totoro ni lo intentaba. Él se subía a algún sitio donde sabía que ella no llegaría y allí, en la lejanía no le quitaba ojo.
Un día mi marido me lo dijo: Esto no puede seguir así. La niña se reboza en pelo. Escupe pelo, tose pelo y cuando vomita, tiene pelo (ya no os digo un día cuando le quité un pañal). Nosotros también. Los gatos casi no tienen sitio donde moverse y tu no llegas a todo aunque quieras. Tenemos que buscar una solución a nuestra situación.
Si hubiéramos podido nos hubiéramos mudado a un sitio donde Neko y Totoro tuvieran más libertad, pero siempre con nosotros. Esa era para nosotros, la mejor solución. Pero mi gozo en un pozo porque eso era inviable con lo que nos estaba pasando en esos momentos (marido en paro, cobrando la ayuda, mi sueldo casi mileurista para pagar facturas y llegar a final de mes sin pedir nada a nadie). Así que recurrimos a nuestra segunda opción. Hablar con la persona que cuida de ellos cuando nos vamos de viaje.
La persona en cuestión es una vecina del barrio (vive enfrente) que adora a los animales. Y adora a Neko y Totoro, siempre quiere verlos y ellos, siempre que ella venía a cuidarlos, se portaban genial. Así que ni que decir tiene lo tranquila que me quedaba pensando que estarían en una casa enfrente de la mía con una persona que los cuidaría así de bien.
Hablamos con ella. Pero nos encontramos otra piedra en el camino. Ella nos dijo que la poníamos en un compromiso. Que era mayor y que le sabía mal adoptar a estas alturas a ningún animal. Pero que se lo pensaría y nos diría algo. A los dos días nos dijo que no podía, que su hija le había dicho que no, que antes de que adoptara a los gatos prefería regalarle un perrito, un cachorro. Como podéis imaginar, lloré de la impotencia por todo lo que estaba pasando. Hoy día lo pienso y lloro de la rabia.
Le propuse otra solución. Le pedí que se quedara con ellos un año. Un año en su casa, yo me haría cargo de los gastos. Los llevaríamos al veterinario, le pagaríamos la comida, la arena,... Lo que hiciera falta, pero solo le pedía que se los quedara por un tiempo. Y yo intentaría en ese tiempo podría dedicarme a Carlota, a la casa y a dejar todo preparado y si encima podíamos trasladarnos a un sitio mejor, pues eso que mejorábamos. Pero no, ella no quería, su hija no quería, así que tuvimos que buscar otra solución. Pronto mi madre dio voces por el barrio. Alguna persona encontramos que estaba interesada, pero solo en uno y yo no estaba dispuesta a separarlos. Llevan desde que nacieron juntos, nunca se han separado más de una semana (cuando Neko se cayó por una ventana y estuvo ingresado estuvieron separados, solo 5 días). Es imposible hacerles algo así.
Las puertas se cerraban y yo de mientras, intentaba buscar una solución alternativa para que no se fueran. Intentaba acondicionar el patio para ellos. Pero no tenía suficiente sitio ni era un lugar óptimo para ellos, ya que un patio interior, cerrado a cal y canto donde no daba la luz del sol, donde no podían ver nada ni a nadie me parecía que era un sitio donde no podían estar. Yo no querría estar en un sitio así todo el día, ¿por qué dejarlos a ellos?
Un día hablando con unos amigos, sincerándome con ellos y llorando por decir, que los gatos tenían que irse de casa. Que la enana solo quería cogerlos, que se comía los pelos, que Neko la empujaba (incluso le vimo como le bufaba una vez), que Totoro ni se acercaba a ella, pero que cuando estaba dormida aprovechaba para venir a donde estábamos para subirse al sofá y ponerse, aunque fuera encima de ella, para que lo tocáramos. Cuando lo dije en voz alta, cuando realmente acepté que los estaba apartando por falta de tiempo, ese día me derrumbé. Entre sollozos, míos, mi amiga me dio una posible solución. Hablar con el "otro" antiguo dueño de los gatos, que seguramente accedería a quedárselos.
Ese "otro" dueño es mi ex. La persona con quien estaba en el momento de adoptarlos. El mismo que me abandonó sin contemplaciones, pero que se quedó destrozado cuando le dije que me los llevaba. Por un momento pensé: Antes muerta.
De verdad os lo digo, después del daño, aunque haya pasado tiempo, pensé que no, que mejor otra opción. Pero pronto, al cabo de una semana, me di cuenta de que era una opción totalmente válida y que yo sabía, y eso era lo que me jodía, que con él estarían tan bien como conmigo, pues nunca les faltaría de nada.
Así que cuando volvimos a ver a mis amigos, les dije que se lo dijeran. Que hablaran con él. A ver si estaba dispuesto, pues con lo que yo no contaba era, que tenía una gatita con él y tendría que ver si entre todos convivían.
Al día siguiente de hablar con ellos, él me llamó. Estuvimos hablando y decidimos que sí, se los llevaría y probaría durante unos días a ver cómo sería la convivencia entre ellos. Si la gata los aceptaba, todo estaba hecho.
Quedé con él. El mismo día por la mañana hice "sus maletas". Preparé todo. Desmonté el rascador, guardé en bolsas y limpié todo. Después mi marido y la peque se fueron a dar un paseo y yo cogí el coche y lo cargué con las cosas. Cuando él apareció solo faltaba ir hasta su casa. Solo nos separan 5 minutos de una casa a otra en coche. Solo 5. Pero fueron eternos (aparte que con el tráfico fue algo más). Los dos maullaban y yo no podía parar de llorar. Se me hacía un nudo en la garganta. Tenía ganas de parar en seco, dar media vuelta y llevarlos a casa. Los estaba abandonando. Ellos que siempre habían estado a mi lado, ellos que eran parte de mi, ahora los apartaba, ahora los llevaba a un sitio lejos de mi. No volvería a verlos, ya no sabría qué era de ellos.
Cuando llegué a casa de mi ex, le ayudé a subir las cosas y los gatos. Cuando dejé la última cosa, me despedí rapidamente. Me dijo que iba a soltarlos que si quería despedirme de ellos.
Antes de que quedáramos en mi casa, me había quedado sola. Me había tumbado en el suelo y los había cogido. Los había achuchado, había llorado, besado y les había pedido perdón. Perdón por dejarlos marchar. Perdón por no poder hacerme cargo de ellos. Sentía rabia y desesperación. Rabia porque al final había tenido que tomar esa decisión y desesperación porque no quería hacerlo. Porque quería que todo fuera una pesadilla. Y pensar que cuando me despertara ellos seguirían ahí. Así que cuando me dijo que me despidiera le dije que no. Me fui corriendo de su casa. Salí a la calle, llamé a mi marido mientras me encerraba en el coche. Ya estaba hecho. Él intentaba tranquilizarme. Pero nada valía. Todo caía en saco roto. Lo había hecho. Los había abandonado.
Sé que ellos están bien. Unos días más tarde, mi ex me mandó un mensaje. La integración con la gatita había sido un éxito, así que se los quedaba y me pedía que le llevara el rascador. Se lo llevé, pero no subí a verlos. Volver a pasar por eso no podía, no quería. Están bien cuidados, y nunca les faltará de nada. Eso lo sé. Pero no puedo evitar sentir que los he abandonado. No puedo evitar sentir que al no estar conmigo nada será igual y que ellos, aunque en menor medida también estarán algo más tristes.
Mi vida es un poco más gris. Todos aquellos que tendrán animales o han tenido saben a lo que me refiero. Mis gatos no se han muerto, siguen vivos, pero al no estar conmigo es como si algo les hubiera pasado. Intento no pensar en ellos, pero aunque no quiera, mis pensamientos se van con ellos. ¿Qué harán? ¿Estarán bien? ¿Los cuidarán bien? ¿Sabrá que cuando Totoro maulla es porque necesita mimos? ¿Sabrá que Neko le gusta tumbarse en el sofá y que lo estén acariciando en todo momento y ne cambio Totoro es de los que les gusta estar encima de la persona, pero sin que lo toquen? Son tonterías, pero al fin y al cabo es lo que les gusta. No puedo evitarlo.
Desde que ellos no están, sigo saliendo de casa mirando hacia atrás, pensando en que no se escapen. Cuando llego por la tarde, tengo la costumbre de mirar al suelo y decir: Hola!! Ya estamos aquí. Y luego me doy cuenta de que ellos no vendrán a decirme hola. Pues ya no están.
La casa está abierta de par en par, ya no cerramos ninguna puerta. La tos y los estornudos de la niña han dejado de existir, ahora como mucho es porque está resfriada. Hemos quitado las fundas del sofá, hemos puesto las alfombras del suelo. Pero aún así, aun viendo la casa más abierta, con más luz, más bonita, para mi está triste y sola, para mi no merece la pena.
Y puede que alguna persona piense... Es una exagerada. Pero como se pone por dos simples gatos. Pero para mi no son simples gatos, ellos son nuestros amigos, nuestra familia, no son simples mascotas, son uno más y yo por eso siento que les he fallado. Siento que no he cumplido mi promesa de criarlos y cuidarlos hasta el final. Siento que me he rendido y que podría haber hecho más.
Mucho ánimo, has tomado una decisión muy difícil y es normal que estés triste, pero no pienses que les has fallado, piensa que has hecho realmente toooodo lo que has podido pero todo se puso en tu contra. Por lo menos sabes que están en un sitio donde van a estar bien cuidados. Un besazo guapa.
ResponderEliminarMuchas gracias! Intento pensar que no les he fallado y que no los he abandonado, pero es difícil. Sé que hice lo que estuvo en mi mano, pero y si hubiera intentado hacer más?? Hubiera podido? Sé que están bien. Sé que las persona que se los ha quedado los adora. Pero eso no quita que ellos no estén conmigo y mis días, a veces, sean algo más grises.
EliminarSaludos y gracias por comentar
Ay, guapa lo que he llorado leyendo tú entrada. Pero tú no tienes que estar mal, al final encontraste un sitio donde sabes que los van a cuidar bien y que los van a querer como tú los querías. Nosotros cuando nació mi hermana pequeña tuvimos que deshacernos de la gatita que teníamos en ese momento porque ya de por sí era un poco arisca y cuando vino mi hermana a casa no le sentó nada bien, no se acercaba a ella cuando estábamos presentes pero por la noche se metía en su cuna y la arañaba... Así que al final se la tuvimos que dar a un familiar porque no era plan de encerrarla por la noche para que no le arañara o de encerrar a mi hermana para que no entrara en la habitación. Así que te comprendo muy bien, yo por aquel entonces tenía 7 años y recuerdo de estar días y días llorando, tanto es así que al cabo de un año terminaron comprándome un perrito, aunque nunca fue lo mismo :(
ResponderEliminarUn beso, Patri y ¡mucho ánimo!
Lo sé, sé que están bien y sé que debería sentirme feliz por intentar que todo fuera de la mejor manera posible para todos. Pero no tenerlos conmigo, llegar a casa y que no estén allí, pues me hace sentir mal, me hace sentir algo vacía, mis días son algo más grises y eso que Carlota no deja que me ponga triste, pero cuando pienso en ellos una lagrimita siempre recorre mi cara, pues aún hoy sigo echándoles de menos como el primer día. Sé que no les faltará de nada donde están, pero aún así, el que no estén conmigo me puede.
EliminarCon el tiempo se pasa, lo sé, pero la herida tardará en cicatrizar.
Gracias por tus palabras!
MUAS!
Piensa que has hecho lo mejor para ellos y para tu hija. A mi me pasó algo parecido con mi perro cuando nació mi segundo hijo, no daba abasto, me iba a trabajar y se pasaba 8 horas sólo en casa. Cuando llegaba tenia que ir a por los críos y el poco tiempo que tenia para él no era de calidad. Al final lo lleve a casa de mis suegros que tiene jardín y esta bien cuidado y yo le veo cuando puedo. Se que el querría estar conmigo, pero ahora yo no soy lo mejor para él.
ResponderEliminarHola!
EliminarLo sé. Sé que he hecho bien y eso me debería consolar. Pero me da penita saber que no estarán conmigo y no los volveré a ver.
Vaya, lo tuyo tampoco fue moco de pavo. Es que con los niños, el trabajo, la casa, los compromisos, ... no podemos con todo. Me alegro que tu también pudieras encontrar una buena solución.
Saludos y gracias por comentar
Ay, muchos ánimos, no tengo gatos, pero seguro que ha sido una decisión dificilísima. Piensa que estarán bien y que ha sido una buena decisión para seguir adelante. besitos!
ResponderEliminarMuchas gracias guapi! La verdad es que la decisión tomada ha sido la más dificil de tomar hasta ahora. Espero no tener que pasar por esto nunca más. :(
EliminarSaludos
Has sido muy valiente con esta entrada, Patricia. Podías habértelo guardado para ti, pero lo has compartido.
ResponderEliminarSoy una "animalista" ferviente y sé que yo no sería capaz de llevar a mi mascota a otra casa, ni que fuera la de mis padres, así que creo que la decisión que has tomado (por el bien de tu hija y de tus propios gatos) ha sido muy dura y triste, para ti.
Anímate pensando que están en buenas manos y que más adelante, cuando te veas capa, siempre puedes pedirle a tu ex que te envie una foto de ellos.
Un beso muy grande !
Gracias por tus palabras. He sentido que tenía que hacerlo que tenía que desquitarme de este peso. Porque además mucha gente me pregunta por ellos. Ahora ya no cuelgo ni una mísera foto, antes alguna caía entre el blog y la peque.
Eliminartambién quería hablarlo conmigo misma en el blog, en mi espacio, ya que aquí hablo de todo lo que me pasa. Para mi, he sido una madre para estos dos mininos. A uno de ellos le di el biberón. A los dos le di papilla. Los he cuidado estando enfermos, lo he pasado mal y bien, han estado siempre a mi lado y esta decisión ha sido muy dura, demasiado. Y yo que soy como tu dices "animalista" hasta la médula, que no consiento ver cómo le hacen daño a un animal, que me llevaría cualquier "bicho" a mi casa para que fuese feliz y yo poderlo cuidar me he tomado esto como una prueba que he tenido que pasar y que desgraciadamente no he superado, pues al final he perdido algo que tanto quiero como son mis dos amigos, parte de mi pequeña familia.
Como he dicho hemos pasado de ser 5 miembros a ser 3 y aunque sé que están bien, aunque sé que la persona que está con ellos no los puede cuidar mejor que yo, porque los adora tanto como yo, el saber que no están conmigo me puede. El saber que les he "fallado" me puede y el sentirme con este sentimiento de abandono me puede.
De ahí mis palabras.
Muchas, muchas gracias.
Saludos
Que penita me ha dado tu entrada. Te entiendo perfectamente. Yo tengo en casa a un perro, un pitbull para ser exactos, y todo el mundo me dice que "ese" perro no puede convivir con un bebé. Yo le riño, le echo broncas, le digo a mi novio que es un bruto, un guarro, que echa babas, que lo llena todo de pelos... y luego lo miro, me derrito y lo lleno de besos.
ResponderEliminarVamos a ver como se lleva con el enano. Lo que sí que me tuve que separar es de mi perri pequeña, ya que ellos dos no se llevaban bien y se la quedó mi madre. La veo muy a menudo, se vuelve loca de contenta cuando nos vemos, pero aún así cuando me voy yo sé que ella se vendría. Y yo me la llevaría. Separarse de un miembro de la familia es muy muy difícil y solo lo entiende quien ha pasado por ello. Pero has hecho lo mejor, de verdad. Y estarán bien cuidados. No los has abandonado ni lo has hecho por egoísmo. Y estoy segura de que ellos lo saben ;)
Arantxa, muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarLa verdad es que la decisión ha sido muy difícil y lo he hecho por el bien de todos. Ellos no estaban bien cuidados, nosotros no teníamos tiempo, la enana por ahí rebozándose en pelo y con urticarias siempre por ello, así que tenía que tomar esa decisión. Pero aún así, haberme tenido que separar de ellos me rompe el alma. Sé que estarán bien cuidados, pues mi ex los adora, se los quería quedar a toda costa cuando nos separamos pero no le dejé, así que sé que los cuidará muy bien, pero eso tampoco es que me consuele, porque siguen sin estar conmigo. Totoro ya no volverá a venir maullando, para subirse encima mío en el sofá para que lo acaricie y se quede dormido mientras ronronea. Neko no me perseguirá por casa para meterse entre mis piernas cuando oiga el sonido de una lata. Y eso se echa de menos.
Solo por decir pitbull la gente se cree que no pueden convivir con seres más pequeños, porque los morderán. Y no es así, si el perro está enseñado, es feliz y no se le aparta cuando llegua el bebé, si no que se le hace partícipe, no tiene porqué pasar nada. Yo a la peque se la presenté a los mininos, y nunca eché a esas bolitas de pelo por estar con ella, intentaba que todos pudiésemos tener nuestro sitio, para que no cogieran celos, porque es normal que los tuvieran si en un momento dado ven que lo relegas a una posición inferior. Por eso yo intentaba tener momentos para nosotros solos. Juegos y diversión y a la peque le enseñaba que se acaricia, ni se muerde, ni se araña, ni se agarra y se tira, algo que a todos le encanta!
Muchos ánimos con la gente que te diga eso. Porque lo mejor es respirar hondo y hacer oídos sordos. Seguro que la peque se iría contigo al fin del mundo, pero si lo hicisteis por el bien de ellos, bien está no???
Saludos y gracias por el comentario
Vaya!! Yo tengo un gato y lo he podido compaginar bien. Siento que en tu caso haya sido así.
ResponderEliminarAixx, pues que bien que pudiste. Nosotros no. Yo creo que todo fue un cúmulo de cosas y al final pasó lo que tenía que pasar y el miedo que yo tenía en el cuerpo desde que nació la peque. Sé que están bien y que no pueden estar con alguien mejor, después de mi. Aunque sigo echándolos de menos cada día. Sigo mirando a su rinconcito. Tengo cuidado al abrir la puerta de casa. En fin... que son varias cosillas que aún siguen ahí.
EliminarGracias por tu comentario.
Saludos!