Y hoy sigo con nuestras vacaciones. Esta vez en el pueblo de mi padre. Una aldea en la provincia de Ourense, cerca del pueblo O Barco de Valdeorras. Un sitio que mi padre y algunos de sus hermanos (o todos) lo llaman: EL PARAÍSO.
El paraíso es una aldea, como Trabazos, solo que es más plana. No hay tantas cuestas y la casa de allí es verde. Sí. Verde. La pintó mi padre junto a mi tío Eduardo (siempre en nuestros pensamientos). La casa llama bastante la atención. Pero no hay problema si vienes a vernos. Solo con decir a la entrada del pueblo a cualquier vecino, vengo a ver a los Pérez, rápidamente te dirán cuál es la casa. Primero porque lo bueno, o malo, de los pueblos tan pequeños, es que todo el mundo se conoce. Todos saben quienes son todos. Además somos una familia enorme. Medio pueblo lo llenamos solo nosotros. Jajajajaja. Es broma (es en serio, pero que no se entere nadie).
El problema allí es el espacio vital y el espacio para dormir. En Trabazos tenemos la suerte de no tener que compartir con nadie la casa. Solo estamos mis padres y nosotros. En cambio, lo malo de ser una familia grande y algunos estar fuera todo el año, es que cuando vas en verano hay "overbooking", y no sabes dónde dormir, te toca cada noche en una habitación, duermes separada de tu marido. Todos juntos en una habitación minúscula o simplemente, te buscas la vida y te vas de hotel (algo que este año nos hemos planteado seriamente que haremos el año que viene si podemos, pero bueno este tema, ahondaré otro día, porque es un tema que me tiene quemada de otros años y necesito desahogarme como Dios manda).
El problema allí es el espacio vital y el espacio para dormir. En Trabazos tenemos la suerte de no tener que compartir con nadie la casa. Solo estamos mis padres y nosotros. En cambio, lo malo de ser una familia grande y algunos estar fuera todo el año, es que cuando vas en verano hay "overbooking", y no sabes dónde dormir, te toca cada noche en una habitación, duermes separada de tu marido. Todos juntos en una habitación minúscula o simplemente, te buscas la vida y te vas de hotel (algo que este año nos hemos planteado seriamente que haremos el año que viene si podemos, pero bueno este tema, ahondaré otro día, porque es un tema que me tiene quemada de otros años y necesito desahogarme como Dios manda).
Llegamos el día antes de la fiesta y ya para cenar fuimos más de 20 personas. Eso es lo normal allí. Al día siguiente, arreglarse, ponerse mona e ir a la Ascensión para la misa. Yo me quedé fuera, como para meter a la peque ahí dentro con lo nerviosa que estaba, además no quería que alguien se escandalizara, si en medio de la misa me sacaba la teti. Pensé que era mejor hacerlo fuera, sentada en el campo, es como.... más natural.
Por cierto, para ir del pueblo a la Ascensión, fuimos andando. No queríamos meter a la peque en el coche, no fuera que ese pequeño trayecto la pusiera nerviosa. Así que imaginaos a mi madre y a mi de punta en blanco, por el medio del monte. A ver yo iba plana, pero con chanclas, terminé con los pies pinchados y mojados. Para el año que viene haré caso a mi familia y me pondré las bambas y en la iglesia me cambio. Íbamos super monos!!! :) :)
El sitio no es bonito, es lo siguiente. Hay que reconocer que todo aquello está en un paraje inigualable que te transporta, como en los libros de Outlander, a momentos pasados. Después de ver a más familia, saludar yo, porque algunos no me conocían (lo malo de perder 40 kilos), nos volvimos por otro camino (la carretera con asfalto y sin piedras mejor) a casa. Allí, ese día éramos unas 50 o 60 personas, y pocos porque faltó mucha gente. Y aunque sea difícil de creer, no me pasé un gramo la dieta. La seguí a rajatabla. Allí se come muy bien y la verdad es que te dan ganas de picar aquí o allá, pero cuando llevas 3 días comiendo lo mismo, como que la dieta no suena del todo mal, que en Galicia son de buen comer! :) :) :)
Foto del Santuario del Cristo de la Ascensión. Gracias San Google :) No me digáis que no es bonita?
La peque desde que llegamos cambió el chip. En el pueblo de mi madre aún dejaba que mi marido y mi madre la cogieran y pudiéramos jugar. Pero fue llegar a Prada y todo cambió. Supongo que no está acostumbrada a tanta gente y entre que solo quería la teti y no quería ver a su padre, se pasó todos los días en brazos de mami y el abuelo (que se hinchaba como un pavo real siempre que la niña quería estar con él).
Mi medio limón estaba frustrado. Recuerdo una noche que me dijo... Cari, y si la niña no me quiere? Aixx, me dio penita. Tiene que ser duro que quieras coger a tu hija, jugar con ella o simplemente llevarla en brazos o la mochila para pasear (llevamos el carro, pero fue un inútil trasto que podíamos haber ahorrado si se me hubiese hecho caso).
Yo, seguro, hubiera reaccionado de la misma manera. Incluso en un momento dado que tuvimos internet, tanto él como yo buscamos información y parece que se quedó algo más tranquilo cuando vimos que podría ser del todo normal que pasaran esas cosas y que cuando volviera a su sitio habitual, a casa, y todo volviera más a la "normalidad", ella volvería a hacer lo mismo de siempre. Así que no le quedó otra que tener paciencia.
La fiesta... La fiesta fue genial!! Inmensa, divertida! y eso que no tocó una gran orquesta, pero no hay que tenerla para pasarlo bien. Eso sí, si te vas a pueblos vecinos con más habitantes, ten claro que no hay buenas orquestas, hay orquestas fabulosas. Desde las que te arrancas a bailar y no puedes parar, porque te sabes las canciones, porque los musicos y los cantantes son la pera y siempre te pican para que bailes más con esos bailes y canciones de simpre (sí, desde paquito el chocolatero a vivir así es morir de amor de Camilo Sesto, pasando por canciones de Paulina Rubio o Pimpinela), hasta las que son un juego de luz y colores con espectáculo en vivo con grandes coreografías y que no puedes parar de mirarlas. Yo personalmente prefiero de las primeras, porque me hacen pasar un rato divertido y encima quemo calorías, que como he dicho antes, por ahí lo del comer está muy bien y no veas como tienes que quemar luego! :) :)
Por la noche, mi padre fue el "maestro" de la Queimada, ya que mi tío no pudo estar y es entra muy bien. Te calienta el cuerpiki, que allí en las montañas de noche hace fresquito (dormía en pijama de verano y manta, ¡UNA GOZADA!) y para acompañar un poco de bizcocho o castañas asadas. Todo un lujo. En la foto de arriba mi padre, en la de abajo mi marido que tenía ganas de ponerse y calentarse un ratito al fuego.
Unos días más tarde, hicimos un día en familia. Solos los tres. Aprovechamos que la peque se había "reconciliado" con el coche (ya os lo explicaré otro día) y nos fuimos a pasar el día a O Barco de Valdeorras. Aproveché y le compré a mi marido su regalo de cumple. Aixx, que contento que está con su regalo y después nos fuimos a comer a O Pazo do Castro. Aixx, que bien se come allí. Y que bien nos tratan!!! La verdad es que desde que nos casamos allí e hicimos este bonito descubrimiento, siempre que vamos al pueblo, no podemos dejar de ir a pasar un día allí y si podemos (que este año no pudo ser) nos quedamos también a dormir y lo pasamos realmente genial. El año que viene que la enana será más grande, podríamos probar de quedarnos a dormir y pasar el día. Entre la piscina y el parque de juegos, creo que se lo pasaría genial.
(En la foto podéis ver que bien se lo pasaba chillando y siendo el centro de atención :D )
Los días pasaron rapidísimo y cuando quisimos darnos cuenta ya tocaba marcharse. Lo bueno fue el poder descansar, que mis abuelas, las bisabuelas, pudieran tener la ocasión de conocer a su bisnieta (para una la segunda que tiene. Para la otra, la peque es la decimosexta (casi ná!!!!)).
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