¿Habéis oído la expresión: la familia no es donde naces, si no la que haces?
Hoy el tema que trato en el blog viene a raíz de esta frase. Siempre he dicho que para mi, mi familia son mis padres y por ello, cuando era pequeña, pasé una temporada con miedos y terrores nocturnos, porque pensaba que mis padres podrían morir y yo me quedaría sola.
Tengo más familia. Familia de sangre y apellido, me refiero. Pero que no considero tanto mi familia. No los veo nunca y cuando lo hago, no hablamos más de cinco minutos. Y eso que los tengo cerca. No nos une nada, solo el apellido. Tengo familia que está al otro lado del país con la que hablo más a menudo y que sí es FAMILIA. Así que siempre he sido de las que piensan que esta frase es totalmente cierta. Porque la sangre o el apellido no te convierten en familia.
OHANA. ¿Sabéis de donde viene esta palabra? yo la escuché por primera vez en la película de Disney, Lilo y Stitch. Me emocioné al oír a Lilo decir que Ohana significa familia y familia significa estar juntos siempre.
Ser familia es estar a las duras y a las maduras. Es estar en momentos difíciles, apoyar, no juzgar, acompañar en el camino y poder hablar sin tapujos, sin miedo.
Por ello, con el tiempo he visto que mi familia, la de verdad, aunque no sea muy numerosa es muy grande. Atrás quedan las personas tóxicas que aunque lleven tu mismo apellido no te aportan nada y en tu camino están los que valen.
Para mi, mi familia, son mis padres. Siempre han estado ahí, de mayor o menor medida. Mi padre es un hombre poco hablador, casi inexpresivo en sentimientos. Pero sé que me quiere. Mi madre y yo chocamos día tras día, pero si la llamo dejará todo lo que esté haciendo para acompañarme. Nunca me ha juzgado y siempre me ha acompañado. Mi medio limón, que desde que estamos juntos me ha apoyado en todas las decisiones. Me conoce bien y me quiere con mis virtudes y mis defectos y por ello, formamos nuestra familia con la peque. Carlota, mi sol y mi luna, ella es la que consigue hacerme reír incluso en los momentos más difíciles.
Ellos son los que están día a día. MI FAMILIA. Pero no son los únicos.
Como he dicho, soy hija única, pero eso no significa que no tenga a mis hermanas. Ellas, mis amigas de siempre, mis amigas que nunca me juzgan, mis amigas que tengo para lo bueno y para lo malo. Ellas, que no piden nada a cambio pero te dan todo lo que tienen. Ellas, que aunque lleves mil años sin hablar porque tienes una vida ajetreada, en el momento de vernos es como si no hubieran pasado ni cinco minutos.
Después está mi tribu (a las que a día de hoy, considero familia). Esas mujeres, que como yo, tienen sus problemas, sus trabajos, sus familias, pero que nos apoyamos incondicionalmente. Esas personas, que aunque no pensemos igual, seguimos apoyándonos día a día. Esas personas que viven lejos, en la geografía, pero que sientes cerca, porque las llevas en tu corazón. Ellas que no conozco en persona, pero que me han demostrado más, en solo un año, que "la familia de sangre" durante toda su vida. A las que siempre agradezco que entraran en mi vida.
A todos ellos quiero agradecer que sean así, que siempre estén ahí y sobre todo, que sepan y me conozcan bien.
A las personas que se quedan por el camino, lo siento en el alma. Soy una persona paciente, que da segundas oportunidades, pero no da terceras ni cuartas y por ello, cuando digo BASTA. Es basta. Cierro la puerta para no volverla a abrir. No puedo, ni quiero tener gente que no me aporta nada en la vida. No quiero tener gente a mi alrededor que lo único que hace es restar. No quiero gente en mi vida que no tenga interés en conocerme. No quiero gente en mi vida mentirosa. No quiero gente en mi vida que sea mala y que la maldad le salga por los poros de la piel. No quiero gente en mi vida que simplemente le guste hacer daño.
He querido a gente que me ha traicionado. He querido a gente que me ha decepcionado. He querido a gente que simplemente estaba conmigo por interés. He querido a gente y lo he dado TODO por ellos y me ha dado lo mismo hacerlo, porque lo hacía de corazón. Pero he conocido la maldad y el egoísmo y todo ello ha hecho que día tras día sea una persona desconfiada, que me cueste abrirme a nuevas experiencias y nuevas amistades. Por ello, un día decidí que no podía hacer que esas personas tuvieran el control de ciertos aspectos de mi vida y cerré esa puerta. La puerta a mi vida, la puerta a mi corazón.
Como digo, mi familia no será muy grande, pero los quiero y confío ciegamente en ellos. La familia que he creado, la familia que he conocido con los años, la familia que me quiere, la familia que me apoya, la familia que nos une algo más que un simple apellido.
Hoy el tema que trato en el blog viene a raíz de esta frase. Siempre he dicho que para mi, mi familia son mis padres y por ello, cuando era pequeña, pasé una temporada con miedos y terrores nocturnos, porque pensaba que mis padres podrían morir y yo me quedaría sola.
Tengo más familia. Familia de sangre y apellido, me refiero. Pero que no considero tanto mi familia. No los veo nunca y cuando lo hago, no hablamos más de cinco minutos. Y eso que los tengo cerca. No nos une nada, solo el apellido. Tengo familia que está al otro lado del país con la que hablo más a menudo y que sí es FAMILIA. Así que siempre he sido de las que piensan que esta frase es totalmente cierta. Porque la sangre o el apellido no te convierten en familia.
OHANA. ¿Sabéis de donde viene esta palabra? yo la escuché por primera vez en la película de Disney, Lilo y Stitch. Me emocioné al oír a Lilo decir que Ohana significa familia y familia significa estar juntos siempre.
Ser familia es estar a las duras y a las maduras. Es estar en momentos difíciles, apoyar, no juzgar, acompañar en el camino y poder hablar sin tapujos, sin miedo.
Para mi, mi familia, son mis padres. Siempre han estado ahí, de mayor o menor medida. Mi padre es un hombre poco hablador, casi inexpresivo en sentimientos. Pero sé que me quiere. Mi madre y yo chocamos día tras día, pero si la llamo dejará todo lo que esté haciendo para acompañarme. Nunca me ha juzgado y siempre me ha acompañado. Mi medio limón, que desde que estamos juntos me ha apoyado en todas las decisiones. Me conoce bien y me quiere con mis virtudes y mis defectos y por ello, formamos nuestra familia con la peque. Carlota, mi sol y mi luna, ella es la que consigue hacerme reír incluso en los momentos más difíciles.
Ellos son los que están día a día. MI FAMILIA. Pero no son los únicos.
Como he dicho, soy hija única, pero eso no significa que no tenga a mis hermanas. Ellas, mis amigas de siempre, mis amigas que nunca me juzgan, mis amigas que tengo para lo bueno y para lo malo. Ellas, que no piden nada a cambio pero te dan todo lo que tienen. Ellas, que aunque lleves mil años sin hablar porque tienes una vida ajetreada, en el momento de vernos es como si no hubieran pasado ni cinco minutos.
Después está mi tribu (a las que a día de hoy, considero familia). Esas mujeres, que como yo, tienen sus problemas, sus trabajos, sus familias, pero que nos apoyamos incondicionalmente. Esas personas, que aunque no pensemos igual, seguimos apoyándonos día a día. Esas personas que viven lejos, en la geografía, pero que sientes cerca, porque las llevas en tu corazón. Ellas que no conozco en persona, pero que me han demostrado más, en solo un año, que "la familia de sangre" durante toda su vida. A las que siempre agradezco que entraran en mi vida.
A todos ellos quiero agradecer que sean así, que siempre estén ahí y sobre todo, que sepan y me conozcan bien.
A las personas que se quedan por el camino, lo siento en el alma. Soy una persona paciente, que da segundas oportunidades, pero no da terceras ni cuartas y por ello, cuando digo BASTA. Es basta. Cierro la puerta para no volverla a abrir. No puedo, ni quiero tener gente que no me aporta nada en la vida. No quiero tener gente a mi alrededor que lo único que hace es restar. No quiero gente en mi vida que no tenga interés en conocerme. No quiero gente en mi vida mentirosa. No quiero gente en mi vida que sea mala y que la maldad le salga por los poros de la piel. No quiero gente en mi vida que simplemente le guste hacer daño.
He querido a gente que me ha traicionado. He querido a gente que me ha decepcionado. He querido a gente que simplemente estaba conmigo por interés. He querido a gente y lo he dado TODO por ellos y me ha dado lo mismo hacerlo, porque lo hacía de corazón. Pero he conocido la maldad y el egoísmo y todo ello ha hecho que día tras día sea una persona desconfiada, que me cueste abrirme a nuevas experiencias y nuevas amistades. Por ello, un día decidí que no podía hacer que esas personas tuvieran el control de ciertos aspectos de mi vida y cerré esa puerta. La puerta a mi vida, la puerta a mi corazón.
Como digo, mi familia no será muy grande, pero los quiero y confío ciegamente en ellos. La familia que he creado, la familia que he conocido con los años, la familia que me quiere, la familia que me apoya, la familia que nos une algo más que un simple apellido.