¡BUENOS DÍAS!
Hoy vengo con una entrada especial. Llevo días queriendo contaros el porqué de mi cambio de look.
Ya sabéis, todos los que me véis por las redes sociales, que he sufrido un adelgazamiento rápido y efectivo. Y algunas personas incluso me preguntan cómo lo he conseguido.
Hoy quiero explicar parte del proceso. Ya que esta entrada sería muy larga y he decidido partirla para que sea más amena.
Embarazada de Carlota. De 7 meses y medio y subiendo. Aquí ya había perdido
7 kilos, pero aún faltaba mucho más.
Hace unos meses, en febrero, para ser exactos. Fui al médico para hacerme una revisión. El médico me dijo que era buen momento para hacerme un análisis y ver cómo iba todo. Pues ya habían pasado 8 meses desde que había nacido la enana.
Me hice el análisis y a la semana volví a ir. Tenía los niveles del hígado alterados, y como eran todos los niveles, prefirió pedirme una ecografía hepato-abdominal.
No os penséis que a mi me dolía algo, ni que me sentía mal ni nada. Porque no era así. Me hicieron la ecografía y volví, por tercera vez, al médico. Y esa vez ya tenía un diagnóstico.
Nada grave, por ahora, me dijo al verme. Pero tenía grasa alrededor del hígado. Grasa que no debía estar ahí, grasa que podía llegar a extenderse a otros órganos, como el coraón, el estómago, los pulmones,...
¿Qué podía hacer? El médico me dijo que no había problema, que los niveles salían alterados y se veía el hígado algo inflamado, y la grasa. Grasa que era normal que estuviera, sabiendo lo que pesaba. Algo más de 90 kilos.
Hay que ponerse a dieta, me dijo. Y pensé que si en el embarazo había conseguido perder 10 kilos, podía ahora ponerme a regimen. Aunque no soy de régimen, porque siempre los abandono.
Necesito notar resultados. Si no los noto, abandono, porque me desanimo. Él me prometió que lo notaría, que me pusiera en sus manos, ya que también es nutricionista.
Vale. ¿Por qué no probar? Hablamos de la dieta que iba a comenzar. Sería dura, al principio, pero efectiva y era a lo que me agarraba. También iba a ser cara, muy cara.
Ahora mismo estamos pasando por un momento algo malo, monetariamente hablando. Eso hace que me planteara si hacerlo. Pedir dinero prestado a mis padres.
Mi madre se apresuró a decir que no podría hacerlo. Que me había visto abandonar tantas dietas que no podría con esta y que ella no quería pagarlo.
Esta foto es del 2009. Cuando mi marido y yo nos conocimos y nos fuimos a vivir junto.
Aquí pesaba la friolera de 87 kilos.
Mi marido habló con ella. Le dijo que esta vez no era para sentirme bonita y que me valiera la ropa. Si no que era por el tema de salud. Que era para poder estar bien, no tener esa grasa corriendo por mis venas. Era para estar bien y poder vivir mejor.
Parece que esa charla y verme motivada, hizo que me dijera que me ayudaría. Mi marido me dijo que sacara dinero del fondo y me pusiera a ello.
La dieta va por fases. Primero te pesas, sabes cuanto debes perder y te dividen el peso que vas perdiendo por fases. Fases que tienes que ir cumpliendo.
La primera fase es la más dura. Cambias completamente de hábitos.
Yo debía perder 13 kilos. Una fase que sería laaaarga y costosa.
Fui a comprar los productos que serían parte de mi alimentación. Además de vitaminas, omega 3, ....
En esta primera fase debía comer verdura. Verdura permitida, como pone en el papel. Ya que hay verdura que puedes comer toda la que quieras y verdura que solo puedes comer 200 gramos al día.
Miré la lista y pensé. Me gusta más la verdura que solo puedes 200 gramos. Entonces me asaltó la duda. 200 gramos de cada???? Noooo, me contestó el médico. 200 gramos todas juntas. Una pena, pero tenía que hacer lo que decía. Debía conseguir mi objetivo, perder 33 kilos.
Me puse a ello. Compré la verdura permitida. Sobre todo comía ensalada. Fácil y rápida de hacer. Pensé que era mejor no estar mucho en la cocina. Mis padres no querían venir a casa, para que yo cocinara, pero siempre les decía que era lo mejor. Debía enfrentarme a cocinar, sin probar, sin picotear.
¿Duro? No. Lo siguiente. Pero lo conseguí. Debía hacerlo por mi salud. Por la enana y por todos los que me rodeaban.
Esta foto me la hice el verano de 2013. En el pazo donde nos dimos el sí quiero.
Hacía 2 años que nos habíamos casado aquí. Pesaba 97 kilos.
Cada mañana, una ristra de pastillas, un batido. A media mañana, una natilla. A mediodía, una ensalada y una sopa (no me gustó mucho este producto, me di cuenta que era más de dulce, que de salado), a media tarde una galleta. Por la noche otra ensalada y una tortilla (tampoco me gustaron mucho).
La verdad es que los primeros días fueron horribles. Pero no es que fuera por pasar hambre. Porque durante el día estaba más o menos bien. El problema era la mañana. Me despertaba medio mareada. No me sentía con fuerzas. Un día me temblaban las piernas de tal manera, que tuve que sentarme. La cabeza me daba vueltas.
Por suerte, mi marido estaba en casa. Y él era el que me hacía el desayuno. Parecía que tomarme las pastillas, el batido y el drenaje, hacían que cogiera fuerzas. Y cuando ya almorzaba, era como una fiesta en mi estómago.
Poco a poco fui notando los cambios, sobre todo a la hora de comer. Que ya no tenía tanta hambre. Tanta ansia. Comer cada tres horas hace que no te sientas desfallecida, ni con ganas de atracar la nevera.
A los 15 días de empezar, me tocaba ir al médico. Mi marido y yo hacíamos porras para ver quién de los dos se acercaba más a lo que había perdido. Yo pensaba que unos tres o cuatro kilos había bajado. Mi marido decía que 5 kilos.
Llego por la mañana, en cuanto entro a la consulta, la enfermera me dice que se me está empezando a notar. Yo creo que es porque así ella piensa que me infunde ánimos y voy a seguir con la dieta y pagándoles.
Cuando entro a ver al médico se queda boquiabierto. Me pregunta por estos primeros 15 días. Le digo que ha sido duro, sobre todo por la mañana. Le digo que por la noche estoy desfallecida y decide recetarme, vitaminas, calcio, sodio,... Me dice que es para infundirme esa energía que tengo el día a día.
Después paso al baño, me desvisto y me pongo la bata. La báscula y yo no somos grandes amigas, así que la miro con recelo. Pero me subo a ella.
Has perdido.... ¡7 kilos y medio!, me dice el médico. No me lo creo. Que en estas dos semanas he perdido la friolera de 7 kilos. Pero que me estás contando!!!!! :O :O
La sonrisa que se me dibuja en la cara es... Infinita. Tengo hasta ganas de llorar. Entro en el baño y cuando cierro la puerta me pongo a bailar. 7 kilos!!!! 7 kilos!!!! Quién puede decir que ha perdido 7 kilos en dos semanas y todo con productos naturales y proteícos. Poca gente.
Cuando salgo del baño y me siento en la silla, el médico está tecleando en el ordenador. Me dice que otras dos semanas y nos volvemos a ver. Luego me comenta lo sorprendido que está, porque nadie ha perdido tanto en tan poco tiempo. Esto es lo que se pierde en un mes, no en 15 días, me dice. Se nota que lo has hecho a raja tabla y debes seguir así.
Cuando salgo a la sala de espera mi marido me mira. Llego con cara triste. Se acerca rápidamente, ¿qué pasa? me pregunta.
Y le contesto con una sonrisa que he perdido 7 kilos y medio!!! (ese medio para mi es media vida, así que no lo olvido). FELICIDADES, me grita allí en medio. La verdad es que la euforia es máxima. Y decido que tengo que seguir luchando.
En el cumpleaños de una amiga, con su hoy ya marido, haciendo monerías.
Creo que ahí ya pesaba la friolera de más de 100 kilos. Vaya brazotes gigantes.
Pasan otros 15 días, con la nueva medicación me siento más fuerte. Empiezo a notar como el estómago se queda más pequeño. Pues con una ensalada y una natilla estoy que no puedo más.
Cuando voy a casa de mis suegros, mi suegra solo tiene elogios para mi. Me dice que se me nota muchísmo. Yo lo noto sobre todo en la ropa, pues empiezo a perder tanto que la ropa se me cae y me queda como un saco.
Mi madre me pide que le lleve mis pantalones. Debemos arreglarlos, me dice. Si no, no tendrás con qué ir a trabajar.
A los 15 días justos, vuelvo al médico. Pienso que esta vez no he perdido tanto. Que esas dos primeras semanas son la excepción, porque al principio siempre pierdes muy rápido y luego, vas poco a poco.
Llego a la consulta y la enfermera me dice lo guapa que estoy. Gracias, le contesto mientras le sonrío. Esta vez me lo creo. A lo mejor es verdad que se me nota bastante.
Entro al despacho del médico. Se levanta me da la mano, me mira de arriba a abajo. Le digo que el vestido que llevo no me lo había puesto en muchísimos años. Me dice que estoy guapa y que seguramente habré perdido bastantes kilos.
No sé doctor, creo que he perdido menos, le comento. Pero él me dice que eso solo nos lo puede decir la báscula.
Voy al baño, me quito la ropa, y las joyas. Me peso solo con las gafas. Miro a la báscula. No me gusta y yo a ella tampoco, pero tiene que ayudarme en esto. Miro al frente, no queiro ver cómo mueve los pesos.
¡7 más! me dice entusiasmado. ¿Perdón? De verdad? Eso supera a los 13 de la primera fase. ¡Uaaaau! El médico está tan contento que no atina a tomarme la tensión. Algo que siempre tenía por las nubes.
No me lo creo. Entro en el baño y salto de alegría. Me visto rapidamente. El médico me comenta que ya podemos pasar a la segunda fase. Nadie ha llegado a esa fase en tan poco tiempo. La verdad es que es un día para creer en todo lo que me dicen. Así que dejo que me alaven por el trabajo bien hecho.
En esta segunda fase, ya puedo quitar un producto de los que no me gustan (sopa, o tortilla), empiezo a comer o a cenar, comida como los demás. Eso sí, solo a la plancha, hervida o al horno. 150 gramos de carne o dos huevos, a mediodía. O 200 gramos de pesacado blanco o marisco por la noche.
Estoy que no quepo en mi. Cuando salgo a la sala. Mi marido se levanta rapidamente y le enseño el papel que pone: FASE 2. ¿¡Que dices!?, me mira sorprendido. Le cuento lo que me ha dicho el médico, que he perdido 7 kilos más. Que debe pasarme a la segunda fase sí o sí y que nadie ha conseguido lo mismo que yo. Que siempre se tarda más.
Salgo de allí y voy a ver a mi madre, le digo todo lo que me ha dicho el médico. Por primera vez me felicita. Supongo que ve que ahora no es lo mismo que otras veces. Que esta vez lo conseguiré y no abandonaré.
Foto en el hotel donde se celebraba la boda de la amiga, de la foto anteior con su chico. Octubre 2014.
Dama de honor, con barrigota enorme. Y con mi preciosa enana que ya tenía tres meses y medio.
¿Véis lo que digo de los brazotes? Dios mio!!!
Tienes mucho mérito y estás preciosa y, lo más importante, sana. Toma ya! Un beso!
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!! La verdad es que sí, para mi lo más importante estar sana. Pero si encima me pongo así de guapa.... jejejejejeje.
EliminarSaludos
Hola Pati. Solo decirte que es para quitarse el sombrero tu fuerza de voluntad. Bra-va. Estás muy guapa. Ánimos para las siguientes fases. Muuuuuuuuaaaaaaaaaaa.
ResponderEliminarGracias guapi!!! Espero que me veas pronto, in person, para poder corroborar esto :) :) :)
EliminarPero que valiente eres!!!!! Estás guapísima y se te ve feliz...oleeeeeeeeeeeeeeee tuuuuuu!!!
ResponderEliminarHola!!! mil millones de gracias!!! :) :) :) Bueno después de perder tantos kilos algo bueno tenía que tener, jejejejejeje.
EliminarSaludos!
Ole ole oleee felicidades!!! Vaya fuerza de voluntad!!!
ResponderEliminarA ver cuando empiezo yo...muakkkk
Abi! Gracias! Seguro q lo consigues. Solo es ponerse
EliminarBesotes!!!!
Digne d'admirar noia! Quin gran exemple per a molts!
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