Y digo por fin, porque después de un intento fallido, llegó el día. Pero antes pongo en antecedentes.
Mi madre es de las del ginecólogo de toda la vida, aunque sea una persona que supera la edad de mis abuelos. Yo no digo que sea mal médico, ni mucho menos. Gracias a él, hace más de 10 años me encontraron los quistes que tanto me jo**** la vida y me operó en el hospital donde en aquél momento trabajaba.
Años después, este mismo médico siguió con su consulta privada, pero se jubiló en el hospital.
Mi madre y yo seguíamos yendo, pero la verdad es que más de un día, le comentaba que era mejor cambiar de médico. Pero mi madre estaba a gusto con él, así que la que cambió de médico fui yo.
Me hice un seguro con mi marido. Busqué uno cerca de casa. El primero fue un fiasco. Así que busqué otro y este es hoy día mi médico, mi ginecólogo, el que ha cuidado de mi durante todo el embarazo. Y no es que esté contenta con él, es que estoy agradecida y casi, casi, se le podría decir que le venero. Por todo lo que ha hecho por mi y no digo que lo haga por amor al arte, nooooo. Lo sé. Él cobra por sus servicios. Pero me gusta como me trata. Me gusta todo lo que he conseguido gracias a sus consejos y me gusta como médico.
Pero siguiendo con el tema. Este médico de mi madre, le dice que tiene que hacerse unas pruebas, entre ellas, una ecografía vaginal, para ver cómo está todo. Se va a su médico de cabecera y pide que le hagan la eco.
Espera unas semanas y por fin le llega el día. Ella feliz, como una perdiz, va a hacerse la prueba y allí mismo le dicen:
- ¡Uy! tiene usted algo aquí. Parece ser un quiste. ¿Le duele?
- No - contesta mi madre.
- Pues parece ser que es algo grande. Debería hacer que se lo miren.
- Claro. Pero...
- Mide unos 11 cm.
Sinceramente, cuando mi madre me contó esta conversación y que medía eso pensé... Venga ya!!! debe estar equivocada. Si el mío medía 10 mm y me moría de dolor, cómo puede ser que ella 11 cm ni lo note.
Mi madre es una persona nerviosa de por sí. Así que cuando le dijeron lo del quiste, pues se puso de los nervios y nos puso a nosotros. Yo intentaba calmarla diciéndole que aquello no sería nada grave si no le dolía y que seguramente era acumulación de sangre (como había tenido anteriormente y que le habían extraído sin problemas).
Y como es la autosugestión. Le preguntaron si le dolía. Ella decía que no. Pero después de decirle lo que medía empezó a sentir dolor. Y no digo que mi madre nunca dijera, uiix, me duele. Noooo, porque sí lo había hecho alguna vez. Pero lo achacas a un pinchazo porque te va a venir la regla. O porque has comido demasiado. O vete tú a saber. Pero desde que le dijeron que aquello estaba allí entonces sí dolía. Seguro que me pasa a mi y soy peor con ella con el dolor.
Nada la calmaba. Lo peor, la SS. y porque digo esto... Pues lo digo, porque su médico le recomendó que fuera al hospital de siempre, donde estaba su historial y viera a una doctora determinada, que él la llamaría y que la vería.
La doctora le dio una fecha muy lejana a mi madre y ella necesitaba que le fueran diciendo algo. Cuando llegó el día, la doctora la vio 2 minutos de reloj. A mi madre no le gustó nada.
Por suerte tiene una amiga que trabaja en un hospital. Así que la llamó y le explicó todo lo que estaba pasando. Ella le dijo que hablaría con un ginecólogo de allí y a ver si le hacía un hueco. Dicho y hecho. A las pocas horas le llamaban para decirle que tenía una cita con el doctor.
Pues nada. A partir de ese momento fue haciéndose todo tipo de pruebas. Y todo llevó a que el médico le dijera que no era malo, que era un quiste, pero que tenían que operarla. Dado el tamaño, seguramente tendrían que hacerle cesárea (algo que mi madre no quería por nada del mundo). También le preguntó si quería que la vaciaran, pues dada su edad y que no va a tener más hijos, pues podría vaciarla, para evitar males mayores en un futuro. Y aunque ella era reticente a esto, al final así pasó.
Le dijeron que la operarían en el mes de marzo. Antes de semana santa y que no viajara a ningún sitio, por si acaso la llamaban. Durante todo el mes de marzo, espera que te espera la llamada del hospital, pero nunca llegaba.
Llega Semana Santa y nada de nada. Pero justo después, llamada. La operarían el 15 de abril. Preparamos todo. Se prepara ella mentalmente.
El día de la operación, mi padre le acompaña a primera hora. Le dicen que la operarán a las 10 de la mañana. Le dan la bata y le piden que espere en un box. Ella se cambia y espera, pacientemente, junto a mi padre.
A las 11.30 un celador viene a buscarla. Mi padre se va a tomar un café. A mi madre la bajan a quirófano. En ese momento una enfermera le dice al celador:
-¿Qué haces aquí con esta señora?
-Me han dicho que la traiga al quirófano 3.
-No puede ser. El médico todavía está operando.
-Pues a mi me han llamado.
-Bueno, ya que está aquí le pondremos la vía.
Mi madre al ver el panorama se negó. Dijo que si no veía a su médico que a ella no le hicieran nada. La enfermera pidió que se la volvieran a llevar y llamaron a mi padre que no había ni terminado el café. Todo esto parecía una broma de muy mal gusto.
A las 12.30 viene una enfermera y le comenta a mi madre que no la podrán operar ese día. Pero que esperara al médico para que le explicara todo lo que había pasado.
A las 14.00 llegó el médico. Muy amablemente le dijo a mi madre que tuvo una complicación con la paciente anterior. Que todo había ido bien durante la operación, pero que en el momento de cerrarla, algo pasó y tuvieron que volver a abrirla, porque tenía una hemorragia.
Mi madre lo entendió. ¿Quién no lo haría? No creéis.
Pero el problema vino después. En ese momento el médico les comunicó a mis padres que la agenda de operaciones estaba llena hasta junio y que sería entonces cuando la operaran.
Mi padre, que casi nunca habla, le dijo que no al médico. Que su mujer iba antes que todas aquellas personas, que no había sido su culpa todo lo que había pasado y que debía operarla porque además le dolía.
El médico le pidió disculpas por todo lo ocurrido y les dijo, supongo que para salvarse y salir de allí con vida, que miraría de colarla antes de una primera operación.
Como mis padres no se fiaron, volvieron a hablar con su amiga del hospital. La cual fue a ver a la persona que prepara la lista de las operaciones y ver si a mi madre la operarían antes de junio y por suerte, dicho y hecho.
El martes 21 llamaron a mi madre, que al día siguiente la operaban. Era la primera de la lista. Menos mal. Y por fin la operaron.
Todo esto, me da que pensar. Pienso en que la seguridad social española fue, durante años, una envidia mundial. Pero ahora... Es bochornoso.
Por suerte ya todo ha pasado. Pero si para una operación, casi rutinaria, tienen este problema, no me quiero imaginar qué pasará con otras operaciones mucho más importantes.
¡Ay, madre, qué odisea habéis pasado! Menos mal que por fin la han operado. Ahora ya estaréis más tranquilos. Espero que se encuentre bien. besitos!
ResponderEliminarPues sí, menuda odisea!!! Y lo peor es no poder estar con ella. Como llevo un mes en el nuevo centro de trabajo, no hay nadie para sustituirme y tuve que venir a trabajar mientras a mi madre le pasaba todo esto.
EliminarLa verdad es que está bien. Ahora solo le queda descansar, algo que no sabe hacer, y reponerse del todo.
MUAS!