Este post tenía la finalidad de explicar el problema que tengo cuando voy con la peque a las tiendas. Era una llamada, a ciertas marcas, para pedir que por favor, ciertos productos estén en las dos secciones o que haya una sección unisex, ¿Por qué las camisetas con superheroes son para los niños y las que están llenas de purpurina y princesas en la de niñas? ¿Por qué los mensajes en las camisetas de los niños es de superheroe, de campeón... y de las niñas de princesas, guapas y que el aspecto es lo más importante?
Seguimos midiendo a una mujer por su aspecto y no por lo que la persona (sea hombre o mujer) pueda darnos y muchas veces estos prejuicios hacen que nosotras partamos con desventaja.
En fin, iba a hablar de esto e iba a desahogarme, pero pasó algo, algo que me tuvo, durante unos días algo tocada.
Como sabéis, la peque es una niña que tiene su propio carácter y nosotros, como padres, pensamos que lo que debemos hacer es ayudar a la peque. Enseñarle que su carácter, su forma de ser es suyo y que nadie puede cambiar esto. Porque hay gente muy cruel que se siente superior haciendo que los demás se sientan inferiores y deseo enseñar a mi hija a defenderse siempre.
Nos gusta enseñar a nuestra hija a ser independiente, a tener su propio pensamiento a defender todo aquello en lo que cree. Por eso, desde bien pequeña, viendo esta personalidad tan marcada empezamos a dejar ciertas cuestiones a su alcance.
No somos padres que imponemos algo porque sí o porque la sociedad así lo marca. Vemos lo que realmente puede ser coherente y le enseñamos a tomar sus propias decisiones, pero como digo, no a imponer.
Entre estas cosas está su forma de vestir. Cuando era un bebé, la vestíamos a nuestro gusto, pero pronto empezó a sentir que habían prendas que no eran de su agrado, ni colores que le gustaran. Así que pronto empezó a decir que no a los vestidos.
Sinceramente, yo al principio se los ponía y le decía que debía hacerlo. Pero un día me planté y me dije... ¿por qué ponerle algo que no quiere, con lo que no se siente a gusto, para que todo el mundo la vea y diga lo guapa que está? Como madre yo la veo guapa de todas las maneras, pero me dio rabia pensar en como tenemos tan arraigado el hecho de que nos vean bien, de la aprobación del resto.
Yo he sido una niña que le ha dado mucha importancia a lo que los demás decían o pensaban de mi. Nunca estuve bien conmigo misma, porque siempre me miraba con los ojos de los demás. Y cuando nació Carlota todo eso cambió.
Empecé a ver que lo que los demás dijeran de mi me importaba muy poco. Desde el momento en que te conviertes en madre, los opinólogos y las personas que desean decir la suya para sentirse superiores crece, con lo que decidí que no podía estar supeditada a todos los comentarios. Hemos tomado ciertas decisiones que no han sido bien vistas, tanto por familiares directos como por gente que no tenían nada que ver. El hecho de portear, dar el pecho más de 6 meses o de hacer colecho fueron temas que se tocaba casi siempre y tenía que oír lo mal que lo estaba haciendo como madre por tomar ese tipo de decisiones, si en ese momento hubiera dejado que los comentarios me afectasen, hubiera cambiado mi forma de criar, para hacer todo por complacencia de gente que casi ni nos conoce.
Así que decidí que quería enseñarle, desde bien pequeña, que tomara la decisión que tomara, siempre tendría a alguien que le diría lo contrario y que intentaría que se sintiera mal, pero lo que ella tiene que tener claro es:
- Cada decisión que se toma, te lleva a una consecuencia y debes asumir esa consecuencia.
- Si tomas decisiones que los demás no vean del todo bien, tendrás que ser fuerte y siempre tener claro que la decisión tomada es la que quieres.
- No dejarte influenciar, nunca, por lo que los demás digan o piensen, para agradar o simplemente para encajar.
Como digo, el vestirse como se sienta más cómoda, es una de las primeras cosas que ella es la que toma la última decisión. Así que los vestidos siempre han quedado relegados a la última posición, siempre ganando las camisetas y los pantalones. Ganando los colores, azul, rojo o verde, mucho antes que el amarillo o naranja y por supuesto, mucho antes que el rosa, color que no le gusta nada. (Si se pone vestido, este debe llevar bolsillos y debe poder ponerse las bambas).
Otra decisión que ha tomado ella y que nosotros hemos acompañado es la del corte de pelo. Hasta que no lo pidió, ella ha ido con el pelo largo o media melena, pero un día me miró y me dijo: mami, quiero el pelo como tu.
De todo es bien sabido que las niñas quieren parecerse a sus madres y ella no iba a ser menos, pero antes de que se cortara el pelo quería que tuviera claro que es lo que iba a pasar. Así que le pregunté si realmente quería cortarlo, porque aunque el pelo crece, si se veía rara o no le gustaba íbamos a tener un dramón. Así que después de sentarnos, hablar con ella, hacerle entender que era un cambio y sentir que ella estaba segura de sí misma, fuimos a la pelu y corte al canto. La verdad es que a mi me da igual que lleve el pelo largo, medio o corto. La veré preciosa SIEMPRE.
Entonces aquí llega el problema. No lleva vestidos, no le gusta el color rosa, no le gustan las princesas (esto ya lo he explicado mil veces), a ella le encantan los superheroes. No se pone zapatos, porque prefiere las bambas y lleva el pelo corto.
Así que no es la primera, ni la última vez, que yendo por la calle se oye el comentario: mira que niño tan guapo, o que gracioso, o algo por el estilo. Si mi hija lo oye no se corta un pelo y les dice que es una niña y tampoco es la primera vez, que ella misma coge sus braguitas y las saca por encima del pantalón para constatarles que es una niña.
Así es ella.
Nunca le ha importado que la gente le dijera eso. Y por ello les contesta y sigue adelante. Pero hace unas semanas sí le molestó y le dolió. Fue precisamente, porque esa persona, la llamó niño, por reírse un rato, sabiendo que se enfadaría. La llamó niño, para seguir con la broma de otro niño que la había llamado bebé. La llamó niño porque quería hacer daño y lo consiguió.
Cuando la madre de dicho niño se enteró, lo primero que le dijo a su hijo fue que pidiera perdón y después estuvo hablando con él. El niño, mucho más mayor que la peque, se justificó con que lleva el pelo corto y viste con vaqueros. La madre, que también lleva el pelo corto y llevaba vaqueros, le preguntó si él pensaba que ella era un niño, por lo mismo. A lo que el niño le contestó: no mamá, se sabe que tu eres una niña, porque tienes tetas (oye, y tan ancho se quedó el chaval).
Si lo piensas friamente, es una chiquillada. ¿O no?. Todos pensamos que esto es una trastada y que el niño no volverá a hacerlo, o simplemente se dejó llevar. Pero así empiezan los niños a meterse unos con otros. Así empiezan los acosos y al final, los padres nos tiramos las manos a la cabeza por pensar que eso no nos pasará y nos está pasando, cada vez, más pronto.
Somos una sociedad que para algunas cosas estamos muy avanzada, pero para otras, parece que todavía vivamos en la edad media o incluso en la edad de piedra. Cuando se habla de cosas guays como ser progres, somos los primeros que nos levantamos y decimos, Eh!!! que yo soy progre, porque no me importa X cosa. Pero, ¿eso realmente es verdad?
Porque sí, queda genial decir estas cosas, pero en realidad, cuando vemos algo diferente, una persona que se sale de norma preestablecida tenemos (o creamos) un problema. No nos gusta ver esa diferencia, no nos interesa ver esa diferencia y por ello, hacemos comentarios hirientes o jocosos para hacer sentir mal a esa persona que es diferente, que le gusta ser diferente y que no se ha metido con nadie, simplemente le gusta su individualidad.
Lo peor de todo es que como padres, debemos educar a nuestros hijos basándonos en el respeto y haciéndoles ver que las diferencias no son malas. Al contrario, le dan ese toque especial que nos hace abrir la mente. Pero aún seguimos con los prejuicios tanto en la ropa, como en el pelo, como en separar a los niños y las niñas de todos los ámbitos.
No será la primera vez que oigamos que un padre no deja que su hijo juegue con muñecas o a las cocinas. O que una madre no deja que su hija se tire en el suelo con otros niños para jugar con coches o juegue a fútbol.
Tenemos que dejar que ellos empiecen a tomar decisiones. Debemos acompañarlos, apoyarlos y enseñarles que cada decisión tomada te llevará a una consecuencia. Y que si ellos son felices siendo como son, sin hacer daño a nadie, que sean así, que luchen por lo que crean.
Debemos callarnos y pensar antes de hablar.
Es verdad que muchas veces, por despiste o porque no nos fijamos lo suficiente, podemos equivocarnos y a una niña llamarla niño o a un niño llamarlo niña (porque un niño lleve el pelo más largo de lo normal), pero si ese niño o niña os contestan diciendo que estáis equivocados, POR FAVOR!!!! Detrás de ese comentario, que no venga uno vuestro diciendo:
Es que con el pelo largo estarías más guapa. Es que con vestido sabría que eres una niña. Es que si llevas el pelo largo como una niña pues es lo que pareces, a ver si te lo cortas. Es que ese color es de niña. Es que esa camiseta es para niños,...
Todas estas frases las he oído. Todas estas frases me han reconcomido. Todas estas frases me han dado ganas de decir: Oye! que calladit@ estás más guap@, porque ahí está el prejuicio de que lo diferente nos da miedo y todos debemos ser iguales y que nadie destaque.
Si no estás seguro de si es niño o niña, ¿por qué no te presentas y le preguntas su nombre? El niño o la niña, te lo agradecerá.
Enseñemos a nuestros hijos a no tener prejuicios ante lo desconocido o lo diferente. Enseñemos a nuestros hijos a ser fuertes, valientes, independientes. A saber tomar decisiones, a poder defenderse en todo momento con la fuerza de la palabra, sin llegar a pelearse, sin llegar al insulto, simplemente, defendiendo aquello en lo que creen o con lo que se sienten a gusto.
¿LO HACEMOS?