Ya vuelvo a estar una semana más aquí y hoy vengo con un tema del que muchas mujeres y madres han hablado largo y tendido.
He pensado que quería decir la mía y no dejarme una espinita clavada, pues hay momentos en lo que parece que remamos contracorriente.
Hace cuatro años y pocos meses me convertí en madre. Una noche rompí aguas y tres horas más tarde, tenía a mi pequeña en brazos. Una noche mágica. Una noche única. Estuvimos en el hospital tres días y nos fuimos a casa. Los primeros días, las dos solas, fueron horribles.
HORRIBLES. No podía dormir más de hora y media seguida. No podía ducharme. No podía casi comer, con lo que comía cualquier porquería. Mi marido no había podido cogerse los 15 días por nacimiento y estaba sola. Sola ante el peligro. Sola con un bebé. Tardé unos cuatro días en salir de casa. Necesitaba aire y sobre todo, necesitaba pasear, ver gente adulta, mantener una conversación.
En el momento en que salí a la calle (iba con los pantalones de un chandal y una camiseta. La primera que pillé que no estaba sucia), me encontré con una vecina del barrio. Obviamente, no perdió ni medio segundo en querer ver a la niña. Se asomó al carro y le dijo hola. Después me miró y me dijo... chica, cuídate un poco. Parece una tontería, pero con las hormonas revolucionadas, no me sentó nada bien ese comentario.
Cuando por fin cogí una rutina buena con la peque, empezó con las crisis de crecimiento, hasta 4 horas enganchada en la teta y sin querer soltarla. Era como una extensión del sofá y no podía con mi alma. Necesitaba escapar de ahí, necesitaba volver a ser yo. Necesitaba salir con amigas o con mi marido, necesitaba desahogarme.
Ser madre no significa dejar de ser mujer. Es más, es cuando más mujer podemos sentirnos.
Pero nosotras mismas, si somos muy críticas, nuestras hormonas y algunos comentarios externos, nos hacen sentir que ya no hay nada más. Que solo somos madres, que no tenemos tiempo para nada más, porque ahora solo podemos estar solo por y para el bebé. Si quedas con amigas y dejas al bebé no es la primera vez que te dicen.... oye! que tienes una familia! que ya no puedes hacer estas cosas. ¿Donde está escrito? Te pueden incluso llamar malamadre (a mi me lo dijeron, porque un día, después del trabajo me fui a tomar unas cervezas con los compis y mi medio limón fue a buscar a la peque).
Pero no señores. No es así. No dejo de ser mujer. No dejo de tener sueños. No dejo de ser como era, porque haya tenido un hijo. Y no, nosotras no podemos hundirnos, pensando que no hay nada más en el mundo. ¿Qué es eso de que solo puedes vivir por y para tu familia? ¿Y qué pasa con nuestros sueños? ¿Qué pasa con nosotras? Si necesitamos ayuda la pedimos y si podemos con lo que tenemos tiramos. Pero como toda la gente que nos rodea, también necesitamos tener tiempo para nosotras, para ir a la peluquería, ir a tomar un café o simplemente leer un buen libro.
Pero no solo te dicen las cosas cuando decides tener vida y no ser solo madre. También es tu aspecto físico. Como he dicho antes, a mi me soltaron una buena perla, a los 8 días de parir. Sabemos que hay mujeres que recuperan su figura en pocas semanas, otras que les costará más y por supuesto, otras tantas que no volverán al cuerpo que tenían antes. Pero podremos volver a ser nosotras mismas, porque nuestro ser, el como somos, está dentro de nosotras, tengamos el cuerpo que tengamos.
Pero no solo te dicen las cosas cuando decides tener vida y no ser solo madre. También es tu aspecto físico. Como he dicho antes, a mi me soltaron una buena perla, a los 8 días de parir. Sabemos que hay mujeres que recuperan su figura en pocas semanas, otras que les costará más y por supuesto, otras tantas que no volverán al cuerpo que tenían antes. Pero podremos volver a ser nosotras mismas, porque nuestro ser, el como somos, está dentro de nosotras, tengamos el cuerpo que tengamos.
Claro que me gusta arreglarme y verme guapa, pero lo hago por mi. Y para mi arreglarse, no es ir con el último modelito y con unos taconazos de vértigo (porque nunca me han gustado). Arreglarme es tener tiempo para mi, poderme peinar como me gusta, pintarme las uñas, de vez en cuando maquillarme,... Pero no todas las mujeres somos iguales. No todas lo vemos de la misma manera y eso debemos RESPETARLO.
No está nada bien que se nos juzgue solo por la apariencia y que acabadas de parir ya se nos exija seguir con los cánones de belleza preestablecidos por la sociedad. Porque no. No es lo más aconsejable. Nosotras somos las que nos conocemos, sabemos nuestros límites y conocemos nuestro cuerpo y nuestros gustos. No podemos dejar que gente, a la que no conocemos o gente tóxica que nos rodea, nos hagan sentir que ya no somos nada más que madres y que por ello tenemos que hacer y sentir de cierta manera.
Cuando nació la peque, yo había perdido 10 kilos. Había adelgazado, en vez de engordar, pero aún así, me sobraban muchos kilos. Por salud me puse a régimen y ya os hablé de mi proceso de cambio. Fue, como digo, sobre todo por salud, pero también por verme bien a mi misma. Ahora he vuelto a engordar, por supuesto no tanto como antes, tengo unos 15 kilos de más, con los que batallo día a día. Pero es mi batalla interna, porque yo quiero, porque me gusta estar más delgada, porque me gusto más y por ello pongo remedio. Sinceramente, hoy día si alguien me viene y me dice que me sobran unos kilos, siempre les contesto que a ellos les sobra el cerebro porque no lo utilizan.
Lo que no puede ser es que porque una mujer tenga unos kilos de más le digan que se está dejando o que su marido le abandonará por otra más delgada. Y esto, está pasando.
Volviendo al tema del tiempo libre... A mi me ha costado lo mío. Mi peque es una niña que reclama a su madre para todo y no le gusta que mami se vaya a trabajar, así que imagináos si me quiero ir de cena con mi medio limón o con amigas. Hasta hace poco ella eso no lo entendía y lo pasaba realmente mal. Pero soy de las que piensa que para que mi hija sea feliz, yo también tengo que ser feliz y si para ello necesito tiempo para mi, lo tendré, sea una tarde a la semana, una hora cada tarde o cuando pueda. Pero eso es cosa mía, como mujer y como madre sé lo que puedo o no puedo hacer.
No está nada bien que se nos juzgue solo por la apariencia y que acabadas de parir ya se nos exija seguir con los cánones de belleza preestablecidos por la sociedad. Porque no. No es lo más aconsejable. Nosotras somos las que nos conocemos, sabemos nuestros límites y conocemos nuestro cuerpo y nuestros gustos. No podemos dejar que gente, a la que no conocemos o gente tóxica que nos rodea, nos hagan sentir que ya no somos nada más que madres y que por ello tenemos que hacer y sentir de cierta manera.
Cuando nació la peque, yo había perdido 10 kilos. Había adelgazado, en vez de engordar, pero aún así, me sobraban muchos kilos. Por salud me puse a régimen y ya os hablé de mi proceso de cambio. Fue, como digo, sobre todo por salud, pero también por verme bien a mi misma. Ahora he vuelto a engordar, por supuesto no tanto como antes, tengo unos 15 kilos de más, con los que batallo día a día. Pero es mi batalla interna, porque yo quiero, porque me gusta estar más delgada, porque me gusto más y por ello pongo remedio. Sinceramente, hoy día si alguien me viene y me dice que me sobran unos kilos, siempre les contesto que a ellos les sobra el cerebro porque no lo utilizan.
Lo que no puede ser es que porque una mujer tenga unos kilos de más le digan que se está dejando o que su marido le abandonará por otra más delgada. Y esto, está pasando.
Tenemos que pensar que lo que diga la sociedad, no siempre, será bueno para nosotras. Me da igual que el cánon de belleza sea un mujer escuálida. Siempre he sido mujer con curvas y siempre seré mujer con curvas.
Sé que algunas personas no entenderán eso de que deje a mi hija una noche para marcharme de cena con mis amigas. Pero sinceramente, es la mejor terapia que tengo y es lo que necesita mi mente y mi cuerpo. Y no, no me estoy justificando. Estoy intentando haceros ver que ser madre, no quita que sea mujer.
Ya me siento, yo sola suficientemente culpable en el día a día, para que vengan otros a decirme cosas sin sentido. Sí, soy madre, pero también soy MUJER. Y las dos cosas son totalmente compatibles.
Ya me siento, yo sola suficientemente culpable en el día a día, para que vengan otros a decirme cosas sin sentido. Sí, soy madre, pero también soy MUJER. Y las dos cosas son totalmente compatibles.
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