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lunes, 16 de septiembre de 2019

SUEÑO INCUMPLIDOS. CORAZÓN ROTO.

Todos los que me leéis y seguís, sabéis que desde hace algún tiempo, estamos intentando ampliar la familia.

Ha pasado un año desde que, con muchas ganas e ilusión, nos tirábamos a la piscina a la búsqueda de este nuevo bebé.

Las ganas de cumplir otro de nuestros sueños, haciendo crecer nuestra familia y tener otro peque revoloteando por casa, empezaba a tomar forma y no sólo como un proyecto a medio plazo, si no como uno que ya estaba ahí, con nosotros.

Pero este no ha sido un buen año para nuestra familia, en este aspecto. No sé si era porque nos pilló más jóvenes, más descansados, con menos quebraderos de cabeza,... Pero con Carlota, a los tres meses de intentarlo llegó el ansiado positivo. Lo que nos hizo creer, ilusos de nosotros, que esta vez sería "igual de fácil". 

Pero eso no ha sido así. Nos ha costado mucho, tanto que los meses han ido pasando y hemos llegado a un año de búsqueda. Nuestras ganas y nuestra ilusión pasaban a un desasosiego que no nos dejaba vivir tranquilos y repercutía a la familia. Nos estaba pasando factura, sobre todo a mi, que me he culpado desde el primer momento al ver que no llegaba este positivo tan querido y tan soñado. Tanto que me he obsesionado hasta límites que no creía llegar.
Estas vacaciones nos ha servido (mas bien me ha servido) para parar en seco y empezar a darme cuenta que estaba cayendo en un agujero negro.


Me estaba perdiendo a mí misma. Toda esta obsesión no me dejaba ver nada más de lo que me rodeaba.

Soy una persona que cuando desea tener algo o se pone una meta. Lucha, lucha y lucha hasta conseguirlo. Tanto que me obsesiono, pienso, busco información, mil y una cosas para llegar a mi meta. Soy así desde siempre y aunque intento no obsesionarme, como veis esto no va conmigo. 

Así que en el momento en que mi medio limón y yo decidimos que queríamos ampliar la familia, puse pies en polvorosa, solo pensando en la meta. Empecé a soñar con ese futuro que iba a llegar muy pronto. 

Durante este año, nuestros encuentros han sido estudiados y planificados. Todo nos ha llevado a no disfrutarlos y llegar a ser tediosos. 
Tanto era así, que terminábamos sin poder disfrutar no solo de este momento íntimo, si no de nuestros momentos como familia, por estar hastiados de la situación.

Os hablo en plural, pero mientras escribo esto, sé que realmente todo esto me pasaba a mi. Mi medio limón siempre ha sido más cerebral que yo y aunque él siempre ha querido tener dos o más hijos, no le llevaba por la calle de la amargura que no llegara, aunque cada mes cuando le decía que no había podido ser, siempre me decía que se había ilusionado con la idea.

En fin, un día de estas vacaciones nos fuimos los tres con una gran amiga mía, a la playa. Ella me conoce desde hace muchos, muchos años y por eso sabía que algo me pasaba:


ESTÁS MUY AGOBIADA. SOBREPASADA CON TODO. ¿VERDAD?


Como os digo, se nota que me conoce. Después de hablar con ella, de verla otro día y de contarle el por qué me sentía así me dijo... escribe, escribe un diario donde todo lo que tengas que sacar se quede plasmado. 

Así lo hice, durante unos días, por la tarde, cogía una libreta y escribía mis pensamientos. Pensamientos, deseos y temores enterrados que querían y gritaban por salir. 

Queremos ser padres de nuevo. Queremos que la peque tenga un hermano. Queremos ser una familia de 4. Pero este sueño que yo tanto he anelado, que tanto he querido, no puede ser que destruya la familia que tengo ahora. Que mis sueños se antepongan a ellos y a mi misma, no puede ser. 

Escribiendo me di cuenta de algo. Cuando decidimos ir a por el segundo, nuestro futuro era algo incierto, pero teníamos cosas en el aire que pensábamos que saldrían. No solo eso, si no que pensábamos que nos ayudarían a que este nuevo bebé viniera con un pan bajo el brazo. 

No. No ha pasado. Todo lo contrario. Pero yo no quería verlo, miraba hacia otro lado pensando, a lo mejor si llega, nuestra suerte cambia. A lo mejor si me quedo embarazada, da el pistoletazo de salida a cosas realmente buenas

El estar pendiente de la cuenta bancaria, de llegar a final de mes, hacía que me sintiera mal. Me sentía mal porque no quería ver nuestra cruda realidad. Monetariamente hablando, NO PODEMOS TENER OTRO HIJO. 


Si tnemos otro hijo tendremos que renunciar a muchas cosas. Algunas de ellas, tanto mi medio limón como yo estábamos dispuestos a renunciar. Pero no quiero que mi hija renuncie a su colegio, a su entorno, a su casa, a sus amigos, a sus clases de música, canto, deporte,... 

Así que una mañana, a finales de nuestras vacaciones, nos fuimos los tres a dar un paseo. Mientras la peque estaba en los columpios, mi medio limón y yo hablamos de lo que realmente tenía que ser importante para nosotros y de nuestra cruda realidad. Por mucho que queramos nuestros sueldos de mileuristas no nos da para mucho gracias a vivir en el país que estamos. Tenemos que pagar una millonada por un alquiler (aunque nosotros no nos podemos quejar, porque dentro de lo que cabe no pagamos tanto), artículos de primera necesidad están por las nubes y hace que a final de mes, en mi casa tengamos que atarnos el cinturón de una manera exagerada. Ya no os digo nada cuando tenemos un imprevisto. Por todo esto y por más, si viene otro bebé no sabemos qué será de nuestro futuro, lo que es seguro es que si ahora nos cuesta llegar a final de mes, con otra boca nos será imposible seguir.

Pero realmente me da rabia. Me da rabia pensar que tengo que renunciar a este sueño por culpa del dinero. Sí, es verdad, el dinero puede que no dé la felicidad, pero hace que puedas dormir más tranquilo y no tengas que renunciar a ciertas cosas.

¿Por qué tengo que quitar a la peque lo que tiene y le hace feliz, por cumplir un sueño que puede quitarle todo esto?


Así que en medio de lágrimas y abrazos, decidimos que finalmente, nuestra pequeña será hija única. Ya que, aunque muchos me han dicho... 

No te preocupes, a lo mejor puedes volver a ese sueño más adelante

No, no puedo. No quiero ser madre a los 40, y no veo mal que otras personas lo sean, pero yo no quiero ser una abuela con un hijo adolescente. Mi medio limón ya pasa de los 40 y él ya nota el peso de todo esto. Así que para nosotros el tren de aumentar la familia ha pasado. 



No quería darme cuenta. No quería pensar que todo esto me pasara a mi. Pero como he dicho, no puedo dejar que un sueño destruya lo que ya tengo y pienso que si sigo, este agujero negro acabará con todo. 

Puede que desde fuera lo veáis de otra manera. Pero nosotros no hemos visto más opción y por ello, me he pasado días y días sumida en un profundo dolor. Una gran amiga me dijo: Tienes que pasar el duelo de una pérdida, porque aunque no ha llegado, tu sueño estaba ahí y ahora ya no. 

Es así, día a día duele menos, pero eso no quita que tenga días malos. Eso no quita que finalmente me sienta mal conmigo misma por no poder llegar a ello. Y mientras termino de escribir este post, mis lágrimas anegan mis ojos y mi corazón se rompe en mil pedazos.



9 comentarios:

  1. Qué triste..lo siento mucho preciosa, un gran abrazo.

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  2. Solo puedo mandarte un fuerte abrazo, sabes q me tienes para lo q necesites.

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    1. Lo sé y teneros es un gran alivio. Poder hablar con vosotras sin sentirme juzgada, sin sentirme mal, pudiendo ser yo misma.
      Os lo agradezco siempre

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  3. Sientete afortunada al menos tienes uno, hay personas que no llegan ni a realizar ese sueño. Sabes lo que es tener un hijo, tenerlo entre tus brazos que te llame mamá. Con lo cual muchas felicidades, porque al menos lograstes el sueño una vez.

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    1. Querid@ anónim@
      No. No me siento afortunada, porque no es lo que yo deseo. Deseo una familia grande, deseo niños, deseo que mi hija no sea hija única como fui yo.
      Por ello, duele. Duele mucho y no es consuelo el... Al menos tienes una.
      Cuando además todo esto está fuera de mi alcance por circunstancias externas y no puedo hacer más por remediarlo.

      Cuando tienes un sueño, un anhelo y ves que no llega, es doloroso, hayas o no tenido uno primero.

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  4. No puedes imaginarte cuanto te entiendo...
    un abrazo muy muy muy fuerte

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  5. Yo me encuentro en una situación parecida, en la que por culpa de los trabajos tan inestables de mi pareja y mío, no sabemos si nos dará tiempo a mejorar o nuestro niño acabará siendo hijo único porque la edad y las situaciones laboral y económica no nos permita otra cosa. Le estamos poniendo todas las ganas del mundo, estudiando oposiciones y trabajando, para que algún día podamos dejar de ver al niño cada dos semanas por trabajar tardes enteras con los turnos rotativos. Ánimo y espero que esto cambie para todos.

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  6. Ay...cuanto lo lamento. A veces hay decisiones que nos duelen a rabiar. Y esta es una de ellas. Un abrazo grande y mucha fuerza.

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