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martes, 13 de octubre de 2015

UN COCHE, UN BEBÉ Y LAS CARRETERAS SECUNDARIAS.

El otro día os conté parte de nuestras vacaciones, mientras acabo de escribir todo lo que no hemos hecho, os hablo sobre un verdadero problema que hemos tenido y que tanto el papi como yo, temiamos que pasaría.

El viaje desde Barcelona hasta O Barco (Ourense) fue en tren. La peque fue durmiendo y la verdad es que no nos dio mucho problema. Solo que cuando se quedó dormida no nos habian puesto la litera y al moverme para que lo dispusieran todo, se despertó y durante un rato estuvo llorando. Pobreta, no sabía donde estaba y creo que eso no le gustó.

Pero cuando llegamos llegó el verdadero reto, poder ir todos en el coche. Yo si hubiese podido quería alquilar un coche, pero al final el destino nos hizo ir los 5 en el coche de mis padres. Un viaje lleno de curvas, subidas y bajadas de la montaña, hechos unas sardinillas. Mi marido se marea si no se concentra en la carretera y la niña... bueno la niña es un mundo aparte. 

Supongo que cuando estaba embarazada no me paré a pensar en los problemas que podríamos tener con este tema. En mi familia nunca hemos tenido un drama así, que yo sepa. Pero ahí está, la enana no se lleva bien con el coche. Aunque también he comprobado que depende del día y de quién conduzca.

Como os explicaba en entradas anteriores, después de comer decidimos poner rumbo a Trabazos, la aldea que vio nacer a mi madre. Pensé que la peque después de comer y jugar estaría cansada  y podría dormir del tirón. Ilusa de mi. Lo primero es que se durmió antes de entrar en el coche. Tardamos demasiado en marcharnos. Segundo, ella no está acostumbrada a que su madre vaya detrás con ella, ya que siempre es la que conduce. 


Al ver que papi la ponía en la silla y mami se sentaba al lado ella empezó a ponerse nerviosa. A llamar a mamá, a tirar de mi y de estirar piernas y brazos. Yo intento que se calme, le cantó un poco, le toco la pierna como hace su padre para dormirla, le enseño mis pulseras, la dejo a su aire, pero al final termino cediendo. Le pongo unos dibujos que me había descargado en el móvil, del Pocoyó. Parece que se calma y respiramos tranquilos. Pero a los pocos minutos, empieza otra vez con la cantinela: ma-ma-ma-ma y cada vez más alto y cada vez más enrabiada y cada vez más frustrada (ella y yo). Quiere a su teti, estoy segura, quiere dormir, pero sabiendo que mami está al lado quiere la teti.


Al final... al final me miró, lloró, gritó y vomitó. Paramos el coche a un lado de la carretera. Sacamos a la niña, le quité la ropa, por suerte tenía algo preparado. Limpiamos el asiento, tanto de ella como del coche. Si no olería. Quería la teta, pero no sé si dársela, me da miedo que vuelva a vomitar, pero cómo le digo que no, me da penilla, la teti es su amiga y le calma. Así que cedo y se la doy. Mi madre en la lejanía me dice que no le llene la barriga, que volverá a vomitar. Mi marido sigue limpiando y mi padre se acerca para cogerla y ayudarme a calmarla. 

Cuando está más o menos calmada, qué pasa??? Pues que hay que seguir, no nos queda otra. Debemos llegar al destino o acampar en medio de la nada, para que por la noche los corzos, las liebres, los jabalíes, los zorros,... puedan venir a vernos. Va a ser que no. Tal y como ve que nos acercamos al coche empieza a cogerme, a llorar, sabe que la vamos a meter en su silla de la tortura. Papi la coge, la mete, ella solloza, yo me meto corriendo y le doy un muñeco. Ella lo coge, lo tirá y grita. Mis padres, puro nervios los dos, intentan calmar a la niña y a ellos, pero les pedimos que no le hablen, que se pondrá más nerviosa. Mi padre arranca, no se calma. Al final, yo preparada con una toalla, la niña vuelve a vomitar, poco, muy poco, pero ahí está. Después de vomitar, nadie habla, ella se calma, mira por la ventana, solloza y suspira y de pronto, se queda dormida. Llegamos al alto, a Peña trevinca a 2127 metros sobre el nivel del mar. Siempre paramos, respiramos aire puro, pero esta vez no. La niña duerme, si se para el coche se despierta, el papi y yo ya lo sabemos, siempre pasa. Tiramos de largo y vamos hacia nuestro destino. Mi marido llega medio mareado, pobre.

La peque se despierta, ya hemos llegado, menos mal.


Esta odisea solo fue el primer viaje. Los días que estuvimos en Trabazos todo lo hicimos caminando, no osamos a coger el coche y si alguien tenía que ir a buscar el pan o a comprar algo se iba con el coche, mientras que otro se quedaba en casa con la enana (Léase que mi marido y mi padre se iban al pueblo de al lado con el coche a tomar un café y compraban el pan, mientras mi madre recogía la casa y yo hacía la comida mientras vigilaba a la enana danzarina).

El día que nos íbamos de Trabazos para ir a Prada, pensamos que sería bueno salir sobre las 5 de la tarde. Ella habría comido y habría dormido un poco, pero como habría hecho la digestión pensamos que no vomitaria. Bueno, pensaron ellos, siendo sincera, lo dije y me cansé de repetirlo, daba igual que comiera o no, ella iba a hacer todo lo posible por llamar la atención y porque la cogiéramos. También me cansé de repetir que el problema era que yo iba detrás con ella. Mi marido se cansaba de decirme que esos días me tocaba a mi ir con ella, pero él no entendía que la enana no entendía ese cambio y quería que si mami iba con ella detrás, la cogiera en brazos y la durmiese como hace siempre.

Nadie me hizo caso.

El viaje de vuelta para allí. Sí, pasó exactamente lo mismo. Dibujos, caricias, lloros, gritos, vómito y dormir. Cuando llegamos a O Barco, íbamos a seguir sin parar, teníamos que hacerlo,la peque se había dormido, pero mi marido no aguantaba más, tenía que cambiarse de sitio, necesitaba ir delante (ya lo he dicho, se marea con tanta curva), mi padre y yo bromeamos con que en aquellos sitios no sabían lo que eran los túneles para traspasar la montaña, en vez de rodearla. Paramos, mi marido se cambia con mi madre. Tal y como el coche para, que lo hace poco a poco el radar de la peque se dispara, se despierta, mira, le pido a mi padre que no le diga nada. Arranca, ella solloza. La miro, le doy un besito en su manita, le susurro, solloza, solloza, llora cinco minutos se vuelve a quedar dormida. 

Teníamos pensado ir un día al Santuario Nuestra Señora de los Milagros. Cada año vamos y hacía un par de años le habíamos puesto una velita para pedirle que nos ayudara a que la bichito viniera a nuestras vidas. Queríamos ir, teníamos que ir. Pero cómo meterle un viaje de dos horas de ida y dos de vuelta, el mismo día a la peque, si con uno nos montaba esos cirios. Decidimos que mis padres irían el día siguiente de irnos nosotros. Y si eso, el año que viene iremos toda la familia, que puede que la enana ya no lo lleve tan mal. 
También queríamos irnos un día a una feria en un pueblo cercano. Las ferias allí son geniales. Puestos de ropa, de baratijas, de música, de cuchillos, porcelana, pulpo... Cómo no ir??? Pero cómo hacer el viaje con la enana? Solo son 20 minutos. Mi marido me decía que no, que mejor nos quedábamos y no íbamos a ningún lado. Y el día de nuestro aniversario?? Nuestra comidita en nuestro lugar favorito? En el sitio donde nos dijimos sí quiero??? Él me respondió, pues tampoco podremos ir. 
Vaya... Era una pena, pero todo lo hacíamos por la enana y porque no sufriera, estaba visto que cuanto menos se subiera en el coche, mejor.

Pensé y pensé. Quiero que la peque esté bien, pero tampoco quiero sacrificar las pocas cosas que íbamos a hacer en nuestras vacaciones en el pueblo. Hablo con mis padres y mi marido. Vamos a hacer un último intento. Vamos a ir a la feria con la enana, si ese día llora y no aguanta, media vuelta y a casa, pero como mínimo intentarlo. Solo pido una cosa, un pequeño cambio: YO CONDUZCO y mi marido conmigo delante. Los abuelos detrás. (Tengo que decir que la enana durante todos esos días no quiso ni que su padre, ni que su abuela la cogieran en brazos, si uno de ellos se acercaba más de la cuenta  y la cogía, montaba en cólera y montaba tal cirio que nos oían hasta el pueblo de al lado. En cambio se acercaba mi padre y todo eran risas y ojitos de niña buena).

El viaje no fue bueno. Fue ESTUPENDO! mi padre se sentó a su lado, jugó con ella, le hizo monerías y la enana no paró de reírse. Y cuando miraba al frente, me señalaba y decía má! y el abuelo le respondía: Sí, mamá conduce. Y en 20 minutos llegamos a destino. Sin dramas, sin lloros, sin vomitos. Aquello era la luz al final del túnel. 

¿Es posible que lo que pase es que yo estaba detrás? ¿Es posible que mi instinto me avisara y yo aunque lo decía en voz alta y los demás pensaran que no fuese así me dejara guiar por lo que decían los demás? 

No sé si es así o no, yo creo que sí. Lo que sí sé es que decidimos que yo conduciría a partir de ese momento si teníamos que movernos, pero el viaje al Santuario de Nuestra Señora de los Milagros nos aventuraríamos el año que viene. 
El día de nuestro aniversario pudimos ir a O Pazo do Castro a comer. Nuestro sitio favorito, donde nos tratan genial y donde nos dimos el sí quiero. Esta vez, por primera vez, fuimos con la enana  y pudimos disfrutar de una gran comida. Eso sí, para llegar allí, bajamos con el coche, mi padre, mi tío (uno de ellos), mi marido, la niña y yo. Al ser una comida por nuestro aniversario podríamos haber ido solos, pero nos hacía ilusión pasar el día los tres, la familia dando un paseo por ahí. Después de llegar, el abuelo y mi tío se fueron a comprar y luego a casa. 
Por la tarde quedamos que vinieran a recogernos, pero como hacía mucho que no veía a unas personas que quiero mucho, me propusieron ir al trabajo de una, y viendo que la peque se portaba bien me dije: si está cerquita, lo intentamos. Y pasamos un día y una noche FAN-TAS-TI-CA!

A partir de aquel momento pudimos estar tranquilos y disfrutar de los días que nos quedaban. 




Quereis saber algo divertido?? Cuando llegamos a Barcelona, cogimos el coche para ir a ver a los otros abuelos. Metimos a la enana en su silla de siempre. Fue ponerla y directamente, y sin problemas ni dramones, se quedó plácidamente dormida hasta su destino. Así que para que ella esté tranquila, mami tiene que ir delante, conduciendo, sin mirarla, sin tocarla y sin hablar (el otro día se me ocurrió hacerle cosquillas en los pies, mientras hacíamos pedorretas y fue lo peor que pude hacer. El papi terminó bajándose del coche con ella, mientras yo buscaba aparcamiento).





Y vosotros?? Tenéis problemas con los peques en el coche?

6 comentarios:

  1. Hola. recuerdo que si los viajes duraban más de una hora y los peques no se quedan dormidos es una pesadez porque entre que se marean, quieren parar hara hacer pis y luego nunca la hacen, tienen hambre y se aburren es todo una... creo que la clave para que la niña vaya tranquila es que tu seas la que conduce porque está acostumbrada a eso... por lo menos disfrutasteis de las vacaciones e un entorno fabuloso y pudisteis celebrar el aniversario de boda con la familia y la peque. Seguimos en contacto

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    1. El problema es ese, yo sabía que podía pasar. Al ver lo nerviosa que se ponía al querer que la cogiera y yo no conducir, lo pensé: Ese era el problema y ya está más que hablado, el año que viene, conduzco yo, y no se hable más. Ella es a lo que está acostumbrada y no podemos ir cambiando el hábito así como así, además de que no entiende que en el coche mami no le dé la teti.
      La verdad es que el entorno es precioso. Me alegro de tener sitios así donde escaparme, aunque sea, una vez al año.
      Gracias por comentar!

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  2. Ya veo que estos peques no nos quieren en el asiento trasero, por lo que dices, me has abierto la luz, pues tenemos muchos problemas en los trayectos en coche también ,cuando fuimos de vacaciones a Molló, drama total a la ida, Rosquis llorando y tirando cosas como un poseso, hasta que consiguió calmarse y dormirse a 15 minutos del destino, y luego se pasó toda la siesta en el coche porque no nos atrevíamos a cambiarlo y que se despertase! A la vuelta fue mejor, pues después de comer, se durmió enseguida. En Girona, tres cuartos de lo mismo, gritos y llantos a la ida, nada le calmaba, ni juguetes, ni canciones, a la vuelta, le había comprado un xilofón, estuvimos tocándolo y todo fue mejor. besitos!

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    1. Yo pienso que las curvas de nuestro viaje, ayudaron a que la peque estuviera intranquila. Peeeeeero reconozco que mi instinto me decía que era porque yo iba detrás. Las veces que se ha puesto a llorar es porque me he girado y le he dicho hola, porque le he tocado un pie a modo de cosquillas, ... y es porque quiere que mami que está ahí al lado la coja y cuando paso de ella, me concentro en conducir, ella va la mar de tranquila. Y cuando va su padre detrás con ella no pasa nada. Si va su abuelo no pasa nada. Con la abuela no estoy segura, porque mi madre es super nerviosa y creo que le pega esos nervios a la niña.
      Intenta sentarte delante y si puedes conducir y que te vea haciendo algo, mejor que mejor.

      Saludos

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  3. Muchos.problemas. Vomita mucho. No mucha cantidad pero si muchas de las veces q cogemos el coche. Normalmente hacemos trayectos cortos y justo la bajamos del.coche a punto de vomitar. Si vomita se suele dormir o quedarse nueva y espabilar. Si no vomita van varias veces q le.da fiebre y diarreas. Nosotros siempre nos hemos mareado de pequeños. Es una pena q se ponga tan mala. Intentamos si es viaje largo salir en horas de siesta...

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    1. Yo no fui una niña que se mareaba. No recuerdo haberme mareado en mi vida, ni siquiera la vez que fui en barco con la clase a Mallorca y todos se marearon. En cambio mi marido sí, si no se concentra en las líneas de la carretera o pone la vista fija, cuando cogemos carreteras con curvas se le pone una mala cara....
      Y creo que a la peque le puede pasar esto. Cuando voy detrás está tan pendiente de mi y de que la coja que se marea de llorar y no parar de moverse. En cambio cuando yo conduzco, ella va tranquila detrás, punto fijo en la carretera y a los 5-10 minutos ya está KO.
      En fin, espero que todo esto vaya a menos. Ánimos!

      Saludos

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