Pues sí, ya no nos quedan nada. Un día, unas horas y estamos plantados en el nuevo año.
Este 2015 no ha corrido. Ha volado. Sin darme cuenta llegaba el verano y después de él la Navidad. De verdad, todo el tiempo que hay entre medio ni cuenta me he dado de que pasaba.
Este año 2015 no ha sido un camino de rosas, pero aunque lo empezamos de una manera no muy buena, lo terminamos mucho mejor. Así que no voy a hacer promesas ni propósitos de año nuevo. Me niego, porque después se quedan en el tintero. Lo único que voy a hacer es pedirle al 2016 que sea como estos últimos tres meses del 2015 y con eso mi marido, la enana y yo nos conformamos y somos las personas más felices de la tierra.
Porque hoy día te pegas con un canto en los dientes si tienes trabajo y aunque empezamos el año con mi marido en paro y yo con un trabajo solo a media jornada, lo terminamos con que él tiene trabajo y a mi me han puesto a jornada completa. Algo que los dos necesitábamos, algo que los dos ansiábamos y sobre todo algo que los dos queríamos tener para darle un techo y comida a nuestra hija.
Sé que hay gente que ha estado y está peor que nosotros, pero a esa gente le digo que por favor no decaigan, que no desfallezcan, que la fuerza, la constancia, el positivismo y el rodearse de gente que te quiere y te apoya 100% son la clave del éxito.